¿Por qué son tan bajas las tasas de vacunación? Detectamos al peor condado en cada estado y consultamos a sus políticos
Muchos líderes están profundamente frustrados con la forma en que la política ha infectado la campaña para inocular suficientes estadounidenses a fin de eliminar el COVID-19.
Durante más de un año, Steve Allender, el alcalde republicano de Rapid City, Dakota del Sur, se manifestó públicamente a favor de las medidas de seguridad contra el COVID-19, instando a las personas a usar mascarilla, evitar grandes reuniones y, siguiendo su ejemplo, a vacunarse.
Los electores respondieron interrumpiéndolo en las reuniones del Concejo Municipal y vigilando su casa en una campaña para intimidarlo y retratar la vacunación como un asalto a su libertad personal.
A principios del verano, Allender había dejado de intentarlo. La muy infecciosa variante Delta estaba aumentando, pero con tanta gente que se negaba a inocularse, concluyó que no había nada que él u otros funcionarios locales pudieran hacer para detenerla. “Nuestro papel es simplemente el de sentarnos y dejar que suceda”, reconoció en una entrevista. “Me siento un poco cobarde”.
Su experiencia con la política tóxica de la vacunación no es única.
Los Angeles Times se propuso comprender cómo se desarrollan esas políticas a nivel local. Observamos el porcentaje de personas totalmente vacunadas en cada condado de EE.UU con al menos 20.000 habitantes y para todos los estados, excepto Hawái -para el cual no había datos disponibles a nivel de condado- identificamos el condado con la tasa más baja.
El condado de Pennington, donde se encuentra Rapid City, tuvo la tasa más baja en Dakota del Sur con un 34%, en comparación con el 47% del estado y el 50% a nivel nacional.
Luego consultamos a los alcaldes de los condados por qué sus territorios se habían retrasado, y si estaban vacunados; en los cuatro lugares sin alcaldes, se consultó a los administradores municipales.
De los 26 funcionarios que respondieron, 17 estaban vacunados, tres no y seis se negaron a decirlo. La mayoría expresó una profunda frustración por la forma en que la política había infectado la campaña para vacunar a suficientes estadounidenses para erradicar el virus.
La mayoría de los lugares con las tasas más bajas eran abrumadoramente republicanos, a menudo entre los condados más rojos en sus respectivos estados en lo que respecta al apoyo a Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2020. En varios, Trump, que se vacunó en enero pasado, ganó por más de 50 puntos porcentuales.
“Es difícil convencer [a la gente] aquí”, afirmó David Trujillo, alcalde demócrata de Lovington, Nuevo México, la sede del condado rural de Lea, donde el expresidente ganó por un 60 por ciento.
Trujillo fue de los primeros locales en inmunizarse en pleno invierno, cuando se aseguró un lugar porque los viales estaban a punto de ser descartados por falta de interesados. La tasa para el condado es ahora del 20%, aproximadamente un tercio del índice en todo el estado.
Consciente de que promover la vacunación podría perjudicar su campaña de reelección en abril del siguiente año, el alcalde dijo que ya rara vez menciona el tema. “Se pueden perder votos por impulsar demasiado la vacuna”, reconoció.
Quizá sea debido a los peligros políticos de hablar sobre la vacunación que tantos alcaldes republicanos no respondieron a la consulta de The Times o, en seis casos, lo hicieron, pero anticiparon que no contestarían ninguna pregunta en particular.
Ralph Lane Jr., el alcalde republicano de Colville, Washington, la ciudad más grande del condado de Stevens, donde la tasa de vacunación es del 30%, fue breve. “Tengo que decirles que mi opinión sobre las vacunas (o la falta de ellas) significa muy poco en el marco amplio de las cosas”, señaló por mensaje de texto.
Sin embargo, la investigación sugiere lo contrario.
En agosto, los alumnos de K-12 volverán a los campus. Para muchos distritos, la escuela de verano ha supuesto un anticipo de la vida en el aula con la regla de uso de mascarilla.
Un estudio publicado este mes en Proceedings of the National Academy of Sciences encontró que los republicanos no vacunados eran más propensos a cambiar de opinión después de ver que los políticos de esa línea respaldaban la inoculación. Era menos probable que lo hicieran cuando esos apoyos provenían de los demócratas.
Varios alcaldes atribuyeron sus bajas tasas a la desinformación sobre las vacunas.
En Pawhuska, Oklahoma, el alcalde, Roger Taylor, escuchó de todo. Su condado rural, Osage, que se encuentra aproximadamente una hora al noroeste de Tulsa, tiene una tasa de vacunación del 22%, casi la mitad del índice estatal. “Circulan rumores de que están poniendo algo en [las vacunas] para rastrear a la gente”, comentó Taylor, un demócrata de 65 años. “Algunas personas dicen que nunca se han vacunado contra la gripe en su vida y que están sanas”.
El condado, de 47.000 habitantes, reporta más de una docena de casos nuevos al día -un gran repunte- lo cual llevó a los comisionados a considerar limitar el acceso a los edificios gubernamentales y otras restricciones.
Taylor, quien contrajo un caso leve de COVID-19 en diciembre pasado, cree que los peligros son reales. Aun así, aunque su esposa, que padece de asma, ya se había aplicado la vacuna, él sigue sin hacerlo. “Estoy bastante seguro de que lo haré”, admitió. “Esta nueva cepa puede ser diferente... Estoy siendo terco, supongo”.
Algunos alcaldes también se aferraron a la información inexacta. En el condado de Sioux, Iowa, donde el 34% de los residentes están vacunados, el alcalde de la ciudad de Orange, Deb De Haan, señaló que muchos de los no vacunados ya habían pasado por la enfermedad y, por lo tanto, estaban a salvo. “Su inmunidad natural los protege”, enfatizó.
Para los científicos, no está claro por cuánto tiempo o en qué grado los anticuerpos producidos naturalmente brindan protección contra nuevas infecciones. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) instaron a quienes se recuperaron de un caso a vacunarse de igual manera.
De Haan, una republicana, está entre quienes se enfermaron de COVID-19. Aun así optó por vacunarse, una decisión que no explicó.
Varios alcaldes sugirieron que una profunda desconfianza en el gobierno federal está detrás de sus cifras, y algunos apoyaron con orgullo a los escépticos.
“Me arriesgaré”, reconoció Adam Stockford, alcalde de Hillsdale, Michigan, al explicar por qué no estaba entre el 30% de los residentes del condado que están vacunados.
Stockford, un republicano, comentó que su ciudad, de 8.000 habitantes, ubicada cerca de las fronteras de Indiana y Ohio, estaba llena de personas con genes “muy independientes”.
En general, el 49% de los habitantes de Michigan están vacunados. Las tasas crecieron en el último mes, en medio del alza de nuevas infecciones. Stockford no anticipó que las cifras aumentaran en su condado, en gran parte rural, donde Trump venció a Joe Biden por 48 puntos porcentuales. La investigación respalda su pensamiento.
¿Deben las personas que recibieron la vacuna COVID-19 de Johnson & Johnson considerar la posibilidad de recibir una vacuna de refuerzo de Pfizer-BioNTech o Moderna?
En una encuesta reciente entre 1.517 adultos en todo el país, casi la mitad de los que no fueron vacunados respondieron a la Kaiser Family Foundation que “definitivamente” no cambiarán de opinión. Aproximadamente un tercio todavía está esperando para decidir. Una cantidad menor reconoció que se vacunaría lo antes posible o solo si se les obligaba.
Los grupos no vacunados más grandes incluyen a republicanos, residentes rurales, personas sin seguro y menores de 30 años. Muchos reconocieron ante los investigadores que ven el peligro de la pandemia como “exagerado en general”.
Reece Keener, el alcalde republicano de Elko, Nevada, comparte esa opinión y argumentó que la cepa Delta no es más peligrosa que otras. Los científicos afirman que es mucho más contagiosa.
El alcalde de Nevada destacó que está harto de “una sobreabundancia de ‘pornografía del miedo’ que se transmite en todas partes” y culpó a las bajas tasas de vacunación (29% en el condado de Elko y 45% en todo el estado) a “contradicciones y mensajes confusos de los CDC”.
Keener les dijo a las personas mayores y con afecciones preexistentes que se vacunen, pero esperará a que se realicen más investigaciones al respecto antes de hacerlo él mismo.
Entre los alcaldes que apoyaron la vacunación, el sentimiento dominante fue que habían hecho todo lo posible para aumentar las tasas de inoculados, pero no tendrán éxito. “Es decepcionante”, reconoció el alcalde Allen Brown, un independiente que dirige Texarkana, Arkansas. El funcionario vive en el condado de Miller, donde apenas el 9% de las personas están vacunadas, muy por debajo de la tasa estatal del 37%.
Brown, cuya esposa trabaja en mercadotecnia para Wadley Regional Medical Center, sabía muy bien que los hospitales estaban una vez más en alerta a medida que la variante Delta los llena de nuevos pacientes. En todo el estado, solo había 25 camas de unidades de cuidados intensivos disponibles la semana pasada, el número más bajo desde el comienzo de la pandemia. “Cuando no existe la capacidad de cuidar a todos, tenemos un problema grave”, reconoció Brown, quien lamentó que la oposición local a las medidas de seguridad y uso de mascarilla parezca ir en alza.
Si bien la política parece ser la mayor fuerza que frena la vacunación, los expertos consideran que los factores socioeconómicos también influyen, como lo demuestran las tasas más bajas entre los latinos y los negros, que en general tienen niveles de ingresos más bajos y menos acceso a la atención médica.
Tom DeVivo, el alcalde demócrata de Windham, Connecticut, destacó que lamenta la demostración en el condado de Windham, donde la tasa era del 51%, todavía por encima del promedio nacional pero por debajo del total estatal del 64%.
El alcalde reconoció que el número “debería ser mayor”, y atribuyó en parte la situación a que Windham es el condado más pobre del estado.
En el condado de Strafford, New Hampshire, Robert Carrier dijo que estaba perplejo en cuanto a por qué la tasa de vacunación todavía estaba rezagada en 7 puntos porcentuales con respecto al promedio estatal del 59%. El alcalde demócrata de Dover, que no dudó en aplicarse sus vacunas, cuestionó si los residentes entendían lo que estaba en juego.
“La gente piensa, ‘Bueno, me las arreglé y no creo que lo necesite’, porque no han estado enfermos y creen que el riesgo se ha acabado”, dijo. “Obviamente no es así”.
Después de meses en retirada, el coronavirus ahora infecta a 100.000 estadounidenses más cada día, la mayoría con la variante Delta. Los CDC informaron que 90 millones de personas en el país, que son elegibles para vacunarse, no lo han hecho. Constituyen la mayor parte de los infectados, hospitalizados y moribundos a medida que las salas se llenan de nuevo y las ciudades restablecen los mandatos de uso de mascarilla.
La mayoría de los estadounidenses dicen tener problemas para dormir desde el comienzo de la pandemia. Solucionar eso, dicen los expertos, no será fácil.
Entre los estados más afectados se encuentra Alabama, donde la tasa de inmunización es del 35%. En el condado de Winston, esa cifra es de poco menos del 15%.
Entre los vacunados se encuentra Elmo Robinson, el alcalde de Double Springs, quien se describe a sí mismo como un “demócrata conservador y centrista” en un mar de republicanos. Trump ganó el condado por 82 puntos porcentuales.
Sin embargo, Robinson, quien usa regularmente mascarilla para recordarle a la gente que la pandemia no ha terminado, no perdió la esperanza. El funcionario señaló una buena noticia reciente: según los CDC, la cantidad de personas en el condado que recibieron al menos una dosis se triplicó desde mediados de julio.
Kaleem y Castleman reportaron desde Los Ángeles y Read desde Seattle. Molly Hennessy-Fiske, en Houston, y Julia Barajas y Celina Tebor, en L.A., reporteras de planta de The Times, contribuyeron con este artículo.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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