Un milagro agridulce: “Obtuve el asilo, pero muchos como yo LGBTQ mueren o se pierden en el intento” - Los Angeles Times
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Un milagro agridulce: “Obtuve el asilo, pero muchos como yo LGBTQ mueren o se pierden en el intento”

Estuardo Cifuentes a lado de su ahora esposo Brayan, de camisa anaranjada, posan para una foto.
Estuardo Cifuentes a lado de su ahora esposo Brayan de camisa anaranjada posan para una foto.
(Selene Rivera)

Recientemente Cifuentes pudo obtener el asilo político en Estados Unidos, lo que le hace acreedor a la residencia en un año.

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Estuardo Cifuentes nunca imaginó que un solo beso alteraría tan drásticamente el rumbo de su vida.

Poco tiempo después de esa muestra de afecto a su novio Brayan Mejía, este propietario de una empresa de marketing en Guatemala se vio confrontado a la discriminación por su orientación sexual, que finalmente desembocó en acoso, las amenazas de secuestro y la decisión de tener que huir de su país para salvar su existencia.

Ser un hombre gay en Guatemala y hacer ese pequeño gesto atrajo la atención de la policía, quienes detuvieron a Cifuentes para luego golpearlo. Tras denunciar a los agentes por el asalto físico, la víctima fue amenazada, y el acoso empezó.

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Cifuentes había crecido en una sociedad donde había vivido descriminación de parte de su familia, en el trabajo e inclusive en la escuela. El pequeño empresario habría tenido que esconder de la familia y sociedad la relación con su novio, diciéndole a la gente que solamente eran socios.

Sin embargo, la gota que derramó el vaso fue que las mismas autoridades que se suponía tendrían que protegerlo, lo convirtieron en blanco de ataques.

“Hubo acoso y un intento de secuestro. Hubo disparos que pudieron haber terminado con mi vida. Ellos tenían mis identificaciones, sabían donde encontrarme. Fue entonces cuando decidí huir de mi país, pues en cualquier momento ellos, la policía, podrían matarme”, dijo Cifuentes.

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Recientemente Cifuentes, de ahora 35, pudo obtener finalmente el asilo político en Estados Unidos, lo que le hace acreedor a la residencia en un año, y la ciudadanía en otros cinco.

“Varios sentimientos desembocaron en mis pensamientos cuando obtuve el asilo. Felicidad por lograr la meta, seguridad porque no tengo que volverme a arriesgar en Guatemala y tristeza porque muchos como yo, de la comunidad LGBTQ, se quedan en el limbo de inmigración mientras otros mueren en su camino a este país”, dijo Cifuentes.

El Instituto Williams de la Facultad de Derecho de UCLA, que investiga temas legales relacionados con la comunidad LGBTQ a nivel mundial, señala que se conoce poco sobre la cantidad y extensión de esta población refugiada, inclusive en Estados Unidos. Pero según un análisis de datos dado a conocer en junio del 2022, entre los años 2012 y 2017, alrededor de 30,900 personas LGBTQ solicitaron asilo en los Estados Unidos, y casi 4,000 de ellas lo hicieron debido al temor a ser perseguidas por su orientación sexual o identidad de género.

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Actualmente, ni la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos ni los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS) ofrecen datos sobre las razones por las cuales los refugiados solicitan asilo en el país.

Cifuentes se unió a estas filas sin cara y sin cantidad estudiada a fondo de migrantes LGBTQ. Sin mucha planeación ni saber las pesadillas que se le esperaban, Cifuentes escapó de Guatemala en junio de 2019. Agarró un bolso, cruzó a México y comenzó el largo viaje hacia el norte.

En su travesía a Estados Unidos, el guatemalteco dijo que tardó más de dos semanas en llegar a Reynosa, Tamaulipas, en la frontera de México con Estados Unidos. A veces caminaba durante 12 horas seguidas o tomaba autobuses o cualquier otro medio de transporte que lo pudiera llevar a su destino.

Cuando finalmente llegó a Tamaulipas, Cifuentes y otros más en este autobús se vieron rodeados por varios automóviles con hombres armados.

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“Algunos migrantes corrieron, otros se quedaron petrificados. Yo fui uno de los secuestrados durante 21 días hasta que mi familia pudo pagar un rescate, pero hubo aquellos cuyas familias no contestaron, entonces a esos los sacaban de la casa, los llevaban al patio trasero y solo se escuchaban balas, esa gente nunca regresaba”, dijo Cifuentes.

Tras 21 días entre la vida y la muerte, Cifuentes pudo pisar tierra estadounidense y pedir asilo. Pero debido a los llamados Protocolos de Protección a Migrantes (MPP) de Donald Trump, donde la gente debía de esperar a que sus casos se resolvieran del otro lado de la frontera, Cifuentes fue enviado de nuevo a Matamoros, México para esperar mientras se procesaba su caso.

Allí Cifuentes tuvo que vivir en un campo de refugiados en Matamoros, donde los migrantes, unas siete mil personas vivían a la intemperie o en casas de campo, en espera de comida, ropa y artículos de higiene de parte de las organizaciones no lucrativas.

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Ser de la comunidad LGBTQ (lesbica, gay, bisexual, transgenero u otro), significa doble el descriminación específicamente en esos lugares, dijo Cifuentes.

Mientras estuvo en Matamoros, el guatemalteco fue testigo de las crecientes vulnerabilidades de los solicitantes de asilo LGBTQ+ dentro del sistema MPP, quienes enfrentaban una discriminación agravada y eran más susceptibles a la violencia, incluso dentro de los campos de refugiados.

“No solo nos rechazaban los migrantes quienes ellos mismos se juntaban por país para acampar, sino también nos hacían a lado las organizaciones que venían para ayudar, pues la comunidad LGBTQ siempre éramos los últimos en recibir servicios por lucir diferentes físicamente o en nuestras identificaciones”, dijo Cifuentes.

“Inclusive el cartel local no permitía a las organizaciones LGBTQ acercarse para ofrecer ayuda”, sostuvo.

En esta situación, las personas LGBTQ deben renunciar a quienes son debido a la burla que enfrentan, los estereotipos, las agresiones y los que se aprovechan de su vulnerabilidad, dijo Cifuentes.

“Debemos de mezclarnos entre el resto para que se nos trate como cualquier otro, de otra forma hay quienes son agredidos y hasta explotados sexualmente”, sostuvo.

Tras un mes en la calle, Cifuentes decidió buscar empleo como mesero de una discoteca y luego se convirtió en taxista.

Su acercamiento a las organizaciones también lo ayudaron a aprender sobre el sistema, y reconociendo la extrema necesidad de apoyo, a finales de marzo del 2020 Cifuentes fundó Rainbow Bridge en Matamoros, que brindó a los migrantes LGBTQ+ salud, vivienda, alimentación, seguridad y apoyo de salud mental, y los conectó con recursos de asistencia legal y médica hasta marzo 2021, cuando el nuevo presidente Joe Biden decidió cerrar el programa y la comunidad inmigrante fue desviada a otros lugares.

En marzo de 2021, Cifuentes se mudó a McAllen, Texas, donde fue contratado unos meses después en septiembre de 2021 por la organización sin fines de lucro Lawyers for Good Government (L4GG) la cual le otorgaba servicios de inmigración desde el 2019, y cuya ayuda se extiende a todo el país.

En ese lugar, Cifuentes es ahora el Gerente de Servicios al Cliente de Project Corazón, un programa que ayuda a la comunidad inmigrante con sus documentos de inmigracion de L4GG, que intervino ayudando a Estuardo a conseguir la libertad condicional en Estados Unidos para que pudiera presentar su solicitud de asilo de manera segura y refiriéndose a un abogado pro bono que pudiera representarlo, pero la pandemia retrasó su caso al igual que la regla MPP.

“Hubo muchos obstáculos para obtener mi asilo en aquel entonces, pero esta es la historia de miles de personas LGBTQ que necesitan ayuda desde que huyen de sus países en busca de su libertad de expresión y el respeto de su orientación”, dijo.

Para enero de 2022 Cifuentes se mudó a Nueva York, y para este próximo mayo, liderará el Projec Corazón de L4GG, en el lanzamiento de clínicas legales para solicitantes de asilo LGBTQ+ en Nueva York.

“El camino no ha sido fácil, pero ver a tanta gente LGBTQ afectada en sus meta a Estados Unidos, no me ha dejado otro camino más que seguir ayudando”, dijo Cifuentes.

Estas clínicas permitirán a los asistentes legales y abogados ayudar a los solicitantes de asilo LGBTQ+ con documentación crucial, como permisos de trabajo (formulario I-765) y solicitudes de asilo (formulario I-589). Además, la iniciativa empoderará a las organizaciones comunitarias y a sus socios con amplios materiales didácticos y apoyo, permitiéndoles educar a los solicitantes de asilo sobre el proceso de asilo y organizar sus sesiones y clases.

Jessica Riley, abogada del personal de Project Corazón, dijo que la historia de Estuardo es un poderoso recordatorio de los obstáculos sistémicos que enfrentan las personas LGBTQ+ y otros grupos vulnerables en su búsqueda de seguridad.

“Su activismo y trabajo de defensa, tanto de manera independiente como en colaboración con L4GG, han sido fundamentales para llamar la atención sobre la necesidad crítica de asistencia legal y apoyo para solicitantes de asilo”, dijo.

La clínica aborda específicamente las necesidades urgentes de los solicitantes de asilo LGBTQ+, que enfrentan distintos desafíos y vulnerabilidades, brindándoles apoyo legal y social específico para ayudarlos a navegar con éxito sus solicitudes de asilo.

Priscilla Orta, directora de Project Corazón, sostuvo que Cifuentes es un filántropo y líder de calidad.

“Muchas personas no toman ninguna acción porque creen que para crear cambios hay que tener dinero y poder. Estuardo ha salvado cientos de vidas sin tener ninguno de los dos. En cambio, siempre ha buscado qué puede hacer y lo ha hecho realidad. Al hacerlo, nos ha mostrado a todos cómo es ser un líder servidor”, dijo.

Para Cifuentes, su trabajo va dedicado a todos aquellos que mueren en el intento por llegar a Estados Unidos, a los que son regresados a sus países a pesar de su riesgo de muerte, a los que se pierden en las drogas, se convierten en indigentes, y los que se quitan la vida por el rechazo de la sociedad y las leyes, como les llama “inhumanas”.

“Pienso que si el gobierno nos viera como un tema humano en un lugar de casos. Miles de muertes, robos, asaltos sexuales y secuestros pudieran ser evitados”, dijo Cifuentes, quien ahora vive con su esposo Brayan, aquel novio que tuvo que dejar hace cinco años en Guatemala.

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