La pandemia empuja a salvadoreñas a crear pasteles que se venden como obras de arte
Los Ángeles — La pandemia fue un parteaguas para Silvia Navas y Elba Argueta. Al recordar la pérdida de sus empleos todavía les provoca tristeza. Sin embargo, ese momento tormentoso ha sido el catalizador para que, en estas hermanas salvadoreñas, aflorara la creatividad que han echado a volar utilizando toda su imaginación.
Estas emprendedoras han convertido la venta de pasteles en obras de arte. A través de la técnica de la escultura elaboran zapatos, bolsos, camiones y hamburguesas, entre otras figuras, que muchas veces los clientes la piensan dos veces antes de meter el cuchillo para no destruir la vistosa y colorida pieza.
“Lo hacemos al gusto del cliente, nosotros tratamos de rebasar su expectativa”, aseguró Navas.
“La satisfacción es que digan qué bonito y qué sabroso”, agregó Argueta.
El proceso de elaboración, aseguran las propietarias de “El Maná Postres”, es diferente a otros negocios. Aquí todo es personalizado, le dedican hasta tres horas solo a la decoración, por eso toman las órdenes con cinco días de anticipación como mínimo, para enfocarse en la calidad antes que en la cantidad.
“Es como una escultura”, expresó Argueta.
“Si quieren un dinosaurio, agarro la pelota de fondant y ahí empiezo a esculpirlo con las manos”, agregó la encargada de la decoración, detallando que cada adorno que lleva el pastel es comestible, los cuales hacen con un pan de chocolate, vainilla, nuez, fresa, naranja y limón, entre otros.
Eulalia Chávez Huinac, originaria de Quetzaltenango, se coloca con hieleras y termos a vender sus productos en una acera del vecindario Westlake
Navas (51 años) y Argueta (de 48) nacieron en Armenia, El Salvador. En su mente, nunca pasó trabajar juntas. Sin embargo, después de perder sus empleos a raíz de la pandemia, en marzo de 2020, comenzaron a hacer unas pruebas que causaron impacto en sus clientes.
En abril de 2020, cuando se originó la escasez de papel higiénico en los supermercados, se les ocurrió utilizar esa situación a su favor.
“Empezamos a hacer pasteles de papel de baño”, relató Argueta. Es decir, cubrieron el pan con fondant y la figura que se observaba era el rollo de papel higiénico. Ese fue un regalo para una sobrina.
“Cuando ella lo vio, lo publicó. Luego hicimos como 15 pasteles más con la misma figura”, añadió Navas, quien se encarga de la elaboración del pan, un oficio que aprendió a los 12 años de edad. Antes de la pandemia, laboró tres años en la pastelería de un hotel cinco estrellas en el centro de Los Ángeles.
En los primeros meses, Argueta ayudaba a su hermana dos o tres veces por semana. Hasta la pandemia, ella era coordinadora de cocina en un hotel en el aeropuerto de Los Ángeles. Asegura que siempre le han gustado las manualidades, pero nunca recibió capacitación en decoración de pasteles.
“Aprendí aquí, probando”, dice detallando que los primeros pasteles le tomaban hasta un día para terminar las decoraciones. Ahora eso es parte de la historia porque la agilidad es notoria. “He visto tutoriales en YouTube, sigo páginas de pastelerías en Instagram e investigo en Google”, añadió.
Este banco de comida se fundó en 2015 y se atienden a 3 mil familias al mes con vegetales y frutas a bajo costo
Sentadas alrededor de una mesa, en el centro de una cochera, todavía no asimilan el giro que tomó en noviembre esta aventura empresarial. En ese mes, recibieron más de 60 órdenes y cada vez tienen mayor número de pedidos.
Cuentan que desde junio están buscando un establecimiento amplio para moverse, este sería el tercer local en la historia de esta pastelería. Comenzaron en un pequeño apartamento en Los Ángeles.
“Si no hubiera perdido el trabajo nada de esto habría pasado”, sostiene Argueta en un tono reflexivo.
Navas, en cambio, se transporta al 11 de marzo de 2020. Ese día, se despidió del chef encargado de la pastelería donde trabajaba. Sostiene que en el camino a su casa no pudo ocultar su pesar, tampoco fue capaz de contener las lágrimas que resbalaban en sus mejillas después de perder su empleo.
“Todavía me da tristeza”, dijo mientras los ojos se le humedecían.
Ahora, sin embargo, ese trago amargo se ve como la causa de su éxito. En la cochera de la casa de Argueta han colocado un refrigerador, un congelador y una cocina industrial. Entre este equipo y la remodelación del espacio invirtieron $30 mil, en parte son ahorros de lo generado por el negocio.
“Para mí sola era muy difícil, pero cuando ya nos juntamos, agarró fuerza gracias a la pandemia”, manifestó Navas.
El restaurante Rincón Hondureño estuvo a punto de cerrar a raíz de la llegada del COVID-19, ahora retoman nuevas ideas para llegar al cliente
Era un sueño poner su propio negocio, agregó Navas. Dice que desde el 2014 hacía pan salvadoreño para vender de forma eventual. Ella sabe elaborar salpores, semitas, quesadillas y milhojas, entre otros, los cuales ofrece en esta pastelería y ahora también le suministra a algunos restaurantes.
En este momento, el establecimiento se encuentra a las puertas de una mayor expansión y para satisfacer la demanda del público estas emprendedoras están convencidas que necesitan contratar personal.
“No tengan miedo, crean en lo que están haciendo”, le aconseja Navas a quienes sueñan con un negocio.
Argueta sugiere que si alguien tiene una idea, pregunten a otros que ya tienen sus pequeños locales y que pasen a la acción.
“Nadie se va a morir por un fracaso, lo importante es hacerlo, no quedarse con las ganas, informarse y pedir ayuda”, enumeró.
Estas dos mujeres, por ejemplo, han aprendido que nada es imposible. A su página de Instagram les llegan clientes con diferentes ideas y ellas se encargan de hacerlas realidad.
Ellas hacen pasteles de uno y hasta de cuatro pisos, ya sea para bodas, quinceañeras y cumpleaños. También producen pastelitos, pan dulce y postres variados. Además, en cuestión de figuras, esa es su especialidad.
José Zelaya, el único diseñador y animador digital salvadoreño de Disney Television Animation, de niño soñaba con “trabajar para Mickey Mouse”.
Hace poco hicieron un pastel con la figura de Frozen, el personaje de la película. “La muchacha nos dio propina, dijo: ‘No encontré a nadie que me hiciera este pastel y mi niña estaba que se moría de la alegría’”, recordó Argueta después de que entregaron ese encargo.
En medio de esta época turbulenta, que ha causado dolor y pérdidas, Argueta y Navas se sienten agradecidas por haber encontrado una fuente de ingresos, la cual llegó de la mano de la pandemia.
“Ha sido una bendición, porque nos ha permitido crecer, hacer realidad un sueño, poder salir de la zona de confort, pasar de emprendedoras a empresarias”, concluyó Navas. Encuentran a estas emprendedoras en Instagram.
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