El aumento de homicidios en Los Ángeles es impulsado por la violencia de las pandillas y los asesinatos de personas sin hogar
Curtis DeTurk siempre había sido un “vagabundo”, pero tenía un sueño, según su hermana Shelby Schnitz.
Un hombre religioso de una familia muy unida, DeTurk, de 27 años, se había mudado recientemente de Indiana a Los Ángeles con la esperanza de convertirse en un guitarrista conocido. “Solo quería un nuevo comienzo donde nadie lo conociera y pudiera volverse famoso”, dijo.
En cambio, DeTurk fue asesinado a tiros a principios de este mes mientras pedía dinero fuera de una pizzería de North Hollywood, un destino trágico similar al de decenas de personas que se quedaron sin hogar en Los Ángeles este año.
“Es hermoso y no tan hermoso al mismo tiempo”, dijo Schnitz sobre L.A.
En un año definido por desafíos, Los Ángeles se acerca a un punto de referencia de violencia no visto en una década: 300 homicidios en un solo año. No había sucedido desde 2009. Han ocurrido 274 asesinatos en la ciudad hasta el miércoles.
Las causas son complejas y variadas, y algunas tristemente familiares.
De los casi 80 homicidios en el centro de Los Ángeles hasta fines del mes pasado, más de la mitad eran sospechosos de estar relacionados con pandillas y alrededor de 30 víctimas involucradas no tenían hogar, según el Departamento de Policía de Los Ángeles.
En la División Sur del departamento, se sospechaba que más de una cuarta parte de los 81 asesinatos estaban relacionados con pandillas, y los motivos de muchos otros aún no están claros, varios involucraban a personas sin hogar.
Los asesinatos en toda la ciudad también han sido impulsados por disputas en relación a drogas, violencia doméstica y robos. Algunos parecen inexplicables.
Las cifras, desglosadas en un análisis de homicidios enviado a la Comisión de Policía la semana pasada, reflejan la información de inteligencia policial más reciente sobre un aumento de la violencia que ha catapultado a Los Ángeles a superar su número total de asesinatos en cada uno de los últimos dos años.
Los datos reflejan un aumento más amplio de los homicidios a nivel nacional, que el presidente Trump ha convertido en un tema de conversación electoral. También reflejan problemas arraigados en Los Ángeles que los funcionarios creen que se han visto exacerbados por las realidades de 2020, particularmente una economía llena de cráteres y tensiones sociales relacionadas con la pandemia de COVID-19.
El veterano trabajador de intervención de pandillas Skipp Townsend dijo que otro factor probable es un aumento en la posesión de armas que algunos en la calle le han dicho que fue financiado en parte por cheques de estímulo enviados por el gobierno federal para ayudar a apuntalar las finanzas de la gente en medio de pérdidas masivas de empleos.
“Ahora tienen los medios y la oportunidad de ir y lastimarse unos a otros”, manifestó Townsend sobre los jóvenes recién armados con pequeños problemas y cuentas pendientes.
Para las familias que han perdido a sus seres queridos este año en L.A., la violencia es devastadora y sin sentido.
Akeem “AJ” Coburn, de 30 años, recibió un disparo mortal mientras estaba parado en un camino de entrada el 29 de julio en el vecindario de Harbor Gateway. Coburn, padre de dos niñas, trabajaba como liniero para el Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles, según su familia. La policía todavía se encuentra tratando de determinar un motivo y está ofreciendo una recompensa de $50.000 por información.
Joel Bishop, primo de Coburn, dijo que a la familia le preocupa que haya pasado tanto tiempo sin un arresto y que la pandemia esté ralentizando la investigación. Coburn se merecía algo mejor, comentó Bishop, y agregó: “Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado”.
Según el análisis de LAPD, la abrumadora cantidad de asesinatos de este año ha ocurrido al aire libre, y ciertos vecindarios en el sur y el centro de Los Ángeles son los más afectados por la violencia.
En respuesta, la policía se apresura a proporcionar programas contra la violencia y ha contratado a directores, miembros del clero, trabajadores de intervención de pandillas y otros voluntarios para ayudar. Las comunidades de la ciudad están ejecutando programas de vigilancia del vecindario.
Aún así, el aumento de la violencia armada ha persistido y la policía lucha por mantenerse al día. De los 274 asesinatos de la ciudad, menos de la mitad se han resuelto, según datos de LAPD.
Desde principios de agosto hasta la primera semana de octubre, la División Sur del departamento vio un aumento del 50% en los homicidios y un incremento del 146% en los tiroteos, en comparación con el mismo período del año pasado. En el sureste de Los Ángeles, hubo 40 tiroteos durante ese lapso de tiempo, en comparación con 12 el año pasado, un aumento del 233%. En el área de la calle 77, hubo 61 tiroteos, en comparación con 23 el año pasado.
Los tiroteos también aumentaron sustancialmente en la División Central y en las del Oeste y del Valle, aunque el volumen de incidentes en las dos últimas fue menor.
Los homicidios igualmente se incrementaron este año en las áreas alrededor de la ciudad que están cubiertas por el Departamento del Sheriff del condado de Los Ángeles, incluido el Este de L.A. y partes de South Los Ángeles, dijo el miércoles el sheriff Alex Villanueva.
Si bien la identificación de los pandilleros individuales por parte del LAPD no siempre ha sido confiable, la participación de las pandillas en la violencia callejera no está en duda. La violencia de las pandillas es un motor perenne de asesinatos en la ciudad, aunque la policía y los miembros de la comunidad han logrado grandes avances en la reducción del impacto desde los años ochenta y noventa, cuando se experimentaron más de 1.000 personas asesinadas.
Más allá de la violencia de las pandillas en el Centro y Sur de Los Ángeles, se sospecha que una docena de asesinatos en las divisiones del Valle y Oeste están relacionados con pandillas.
La policía dice que disparos de pandillas han abatido a presuntos miembros de estas bandas, pero también a transeúntes inocentes, incluidos niños y ancianos.
Townsend expuso que si bien ha habido un aumento en los tiroteos de pandillas, la clasificación de los asesinatos por parte del Departamento de Policía de Los Ángeles como relacionados con esas camarillas puede ser demasiado amplia, basándose más en las presuntas afiliaciones a pandillas entre las personas involucradas que en las motivaciones reales de delitos específicos.
Lo que ha visto en la calle últimamente, dijo Townsend, son discusiones sobre mujeres, peleas por deudas impagas y violencia doméstica: personas envueltas en agravios y problemas financieros.
La gente sin hogar es particularmente susceptible a la violencia callejera, y Los Ángeles tiene más de 35.000 personas que se estima que viven en la calle. El año pasado, se informó que casi 3.600 desamparados fueron víctimas de violencia o delitos contra la propiedad, mientras que más de 5.700 fueron arrestados o sospechosos de tales delitos, según datos del LAPD.
Además de las 31 personas sin hogar que murieron en el área de la División Central, 13 desamparados allí fueron identificadas como sospechosos de homicidio, según muestran los datos del LAPD. En la División Sur, un asesinato involucró a un sospechoso sin hogar, uno involucró a dos víctimas sin hogar y otro involucró a un sospechoso y una víctima que no tenían hogar, según los datos.
Durante una reunión virtual de la Comisión de Policía la semana pasada, el jefe del LAPD, Michel Moore, dijo que el departamento está rastreando el aumento de la violencia y desplegando oficiales estratégicamente en un intento de responsabilizar a los perpetradores. Moore estuvo de acuerdo en que hay “una presencia mucho mayor de personas que portan armas y las llevan en sus peleas este año” y señaló que el incremento de robos de armas y de vehículos también es un factor.
Los oficiales de la División Metropolitana del departamento, una unidad especializada en toda la ciudad que se enfoca en parte en la supresión del crimen, han sido reasignados para ayudar a investigar los tiroteos, y Moore aseguró que el trabajo continuará incluso cuando el departamento comience a reducir su fuerza e implementar otros cambios estructurales en el futuro en respuesta a un recorte de 150 millones de dólares en su presupuesto.
Si bien el departamento ha sido criticado por activistas y defensores comunitarios que dicen que los oficiales son duros y parciales con las comunidades de color, Moore señaló que son esas mismas comunidades las que han sido “las más tremendamente impactadas” por la violencia y están pidiendo ayuda.
Dany Carrillo-Ramos, de 22 años, murió en agosto después de usar un cajero automático en Watts. Carrillo-Ramos caminaba hacia su auto cuando un hombre se acercó a él y trató de robarlo. Los dos lucharon y Carrillo-Ramos recibió un disparo, expuso la policía. Anthony Dajuan Hodge, de 26 años, fue acusado en agosto de asesinato, robo y dos cargos por armas, según los registros judiciales.
Carrillo-Ramos llegó a Estados Unidos cuando tenía 17 años para trabajar y enviar dinero a su madre, hermano e hija en Guatemala, dijo su prima Yenifer Menchú. Él nunca conoció a su hija de 5 años, reveló Menchú, pero estaba motivado a trabajar para pagarle una buena educación a ella en casa. No estaba involucrado en drogas o pandillas.
“Era una persona muy responsable”, aseguró Menchú. “Él nunca se metió con nadie”.
“Todavía no podemos aceptar el hecho de que nunca lo volveremos a ver”, agregó.
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