Mei Kawajiri: la artista de uñas más célebre de Instagram
No falta inspiración en el estudio de Mei Kawajiri, ubicado en el Bajo Manhattan. Por el contrario, el espacio está lleno de rarezas.
Kawajiri, artista de uñas de celebridades y diseñadoras como Gigi Hadid, Bella Hadid, Ariana Grande y Demna Gvasalia, es conocida por sus diseños ingeniosos, que a menudo se vuelven virales en la comunidad de Instagram.
Uno de esos conceptos, que circuló por varias cuentas hace un par de años, fueron unas uñas rojas, de las cuales colgaba un juego extra de uñas rojas. Otro, apodado “boob manicure” el verano pasado, presentaba pezones en 3-D, algunos de los cuales tenían piercings. A principios de este año, Kawajiri se colocó extensiones de color rosa fuerte y las atravesó con una cadena plateada de zapatos de Barbie.
Después, las mostró en su cuenta al ritmo de “Barbie Girl”, de Aqua.
“Me encanta el drama”, aseguró Kawajiri desde su estudio, en una tarde reciente. Ella es del signo piscis, lo cual significa que sus emociones están “fuera de control” y que su creatividad está “siempre en su punto más alto”, según dijo.
Originaria de Kyoto, Japón, Kawajiri lleva 15 años trabajando con uñas. Alguna vez fue aspirante a tatuadora, pero optó finalmente por el arte de la manicuría después de darse cuenta de que cambiaba de opinión demasiado rápido como para hacerse tatuajes permanentes.
Así, se mudó a Nueva York hace seis años y acumuló una cantidad de importantes clientes. Actualmente cobra $200 por una sesión de manicuría y se ha vuelto tan solicitada que solo acepta clientes nuevos si vienen con una referencia.
El estudio de Kawajiri es pequeño, brillante y está lleno de elementos alegres, de colores del arco iris. Una bolsa de viaje de piel sintética Longchamp x Jeremy Scott cuelga de una perilla bajo el fregadero de su cocina.
Boas de plumas, una gran variedad de sombreros, joyas, cadenas, amuletos, una tiara de plástico, una imagen de Elvis Presley y unos tacones enjoyados de Miu Miu que son demasiado grandes para ella cuelgan de un alto estante de metal, en la sala de estar. A continuación, hay un juego de cajones de plástico que supuestamente contienen más de 1,000 esmaltes de uñas, y en la pared adyacente a su estación de trabajo hay una muestra de algunos de sus diseños pasados, que incluye el conjunto de las uñas rojas con las uñas rojas colgantes.
“Siempre soy divertida”, expresó Kawajiri. “Voy a ver música en vivo, ando en bicicleta, salgo con mis amigos por la ciudad y me encanta beber. Creo que bebo todos los días; tequila, cerveza y vino”.
Aunque tiene su base en Nueva York, Kawajiri viaja a menudo a Tokio en busca de suministros (geles, pinceles, colgantes) y para sumergirse en la escena japonesa del arte de uñas. La mayor diferencia entre ambos sitios, dijo, es que los diseños japoneses son “más abstractos”, mientras que a sus clientes estadounidenses “les encanta tener un tema”.
“Incluso hace 10 años, [Japón] hacía lo que estamos haciendo hoy en Nueva York: piedras grandes, locos colgantes”, afirmó. “Las chicas ahorran dinero para sus uñas en lugar de comer mucha comida. Quieren ser flacas y tener un buen arte en sus uñas”.
Kawajiri se inspira en su vida personal para trabajar, incluidos sus intereses románticos -”Si salgo con un skater, entonces quiero hacer [uñas] con temas de tablas y patines, porque así él me gustará más”, reconoce- y aunque solía molestarle que otros artistas copiaran sus diseños, ello sucede tan a menudo que ya no le importa.
“Mientras que yo no copie o no mire el Instagram de otras personas, estoy bien”, reconoció. “No miro [cuentas de] Instagram de uñas, en absoluto. Si ves [algo] una vez, ya tienes la idea en tu cabeza. No quiero ser así; quiero ser siempre original e innovadora”.
Más allá del mundo de las uñas, Kawajiri ha colaborado con Google en un protector de pantalla y con Dominique Ansel en un pastel inspirado en el arte de las uñas. Con sus considerables seguidores en redes sociales y sus clientas celebridades, duda en abrir su salón o lanzar su propia línea. Cuando se le pregunta si quiere hacer algo de ello, responde: “Pensé en esto antes, pero no me gusta quedarme en el mismo lugar todo el tiempo. Me encanta viajar para ver gente nueva”.
Su propio salón podría estar descartado, entonces, pero tiene otra idea en mente. “Tal vez tenga un vehículo de uñas”, dijo. “Como un camión de tacos. Debería hacer eso”.
Sin dudas, es algo a considerar.
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