Extrañas lecturas de una sonda espacial extinta revelan nueva evidencia de agua en una luna de Júpiter
Un vehículo espacial no reconocería la evidencia de un géiser lunar ni siquiera si ese géiser lo golpeara en el rostro. Afortunadamente, los científicos sí lo hicieron.
Investigadores que utilizaron datos de 21 años de antigüedad, procedentes de la sonda espacial Galileo, de la NASA, encontraron evidencia de una columna (también llamada ‘pluma’) de material proveniente de la superficie de la helada luna de Júpiter conocida como Europa. El descubrimiento ofrece una nueva línea de evidencia de que existe un océano debajo de su corteza congelada, y un prometedor camino en la búsqueda de vida extraterrestre.
Los resultados muestran que los antiguos datos del vehículo espacial ya desaparecido “contienen muchos secretos que aún no hemos descubierto”, indicó Lori Glaze, directora interina de la División de Ciencias Planetarias de la NASA.
Si los seres humanos buscan vida en otros mundos, uno de los primeros lugares que los científicos quieren explorar es la fría y distante Europa, una de las cuatro grandes lunas que circundan el mayor planeta de nuestro sistema solar. Se cree que el caparazón gélido de Europa oculta un océano global que puede contener el doble de agua que la Tierra.
Ese océano se mantiene “cálido” (en relación con los estándares locales) y líquido gracias a la energía de las enormes fuerzas de marea, ya que la luna es comprimida y estirada en gran parte por la atracción gravitacional de Júpiter. Con suficiente calor y sustancias químicas favorables para la vida, un océano así podría albergar los tipos de microbios que se encuentran en las profundidades de los océanos terrestres.
También se cree que la luna -mucho más pequeña- de Saturno, Encélado, posee un océano grande y potencialmente habitable, una idea reforzada por las plumas de vapor de agua y hielo que la sonda Cassini, de la NASA, descubrió desde la superficie en 2005.
Europa parecía tranquila en comparación, hasta 2012, cuando el Telescopio Espacial Hubble de la NASA detectó indicios químicos de moléculas de agua cerca del polo sur. De confirmarse, estos géiseres helados proporcionarían una muestra del océano subsuperficial. No obstante, los investigadores debaten si los datos revelan realmente la presencia de tales plumas.
Un gran avance se produjo gracias a una presentación que Melissa McGrath, del Instituto SETI, dio acerca de la ubicación de las posibles columnas a partir de imágenes de Hubble.
Mientras escuchaba su charla, el autor principal Xianzhe Jia, físico espacial de la Universidad de Michigan en Ann Arbor, se dio cuenta de que una de esas posibles columnas se encontraba cerca de una región visitada por la sonda Galileo, que exploró el sistema joviano de 1995 a 2003. Tal vez la evidencia adicional de una pluma se ocultaba en los datos tomados hace décadas por el desaparecido satélite. “Ese fue el momento en el cual, creo, nos dimos cuenta de que teníamos que volver a los datos de Galileo”, indicó Jia.
Los investigadores observaron la información de un sobrevuelo de Galileo, en diciembre de 1997, cuando el vehículo se acercó a solo 124 millas sobre la superficie de Europa.
Después de haber estudiado Encélado, los científicos sabían que este tipo de columnas en el espacio podían afectar el campo magnético y el entorno de plasma, expuso Jia. Entonces, realizó simulaciones teniendo en cuenta las dimensiones aparentes de la pluma según Hubble, así como los datos del magnetómetro y la onda de plasma según Galileo.
El equipo descubrió que cuando la nave espacial se acercaba a la superficie de Europa, el campo magnético enloquecía y la densidad del plasma aumentaba, un indicador de que la nave espacial estaba pasando por una columna.
“Estos resultados proporcionan una fuerte evidencia independiente de la presencia de plumas en Europa”, escribieron los autores del estudio.
El descubrimiento podría conformar los planes de la misión Europa Clipper, de la NASA una vez que llegue al satélite Jovian, expuso Elizabeth Turtle, científica investigadora del Laboratorio de Física Aplicada Johns Hopkins en Laurel, Maryland, que no participó en el estudio.
Turtle lidera el sistema de imágenes para Clipper, cuyo lanzamiento está planeado para 2022. Los instrumentos de la nave están diseñados para tomar muestras del hielo y las partículas de polvo provenientes de esas plumas, con el fin de determinar si la luna realmente podría ser propicia para la vida microbiana.
Si bien los nuevos hallazgos de la columna muy probablemente no afecten el diseño de los instrumentos, sí podrían influir en el camino que tome la nave espacial y las plumas a las que apunte, según los investigadores.
“La habitabilidad de Europa es una de las grandes preguntas que queremos entender”, indicó Turtle.
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