¿Impugnación de Trump? El enojo aumenta en los estados fuertemente divididos
DUBUQUE, Iowa — Fue un día como muchos en los estados divididos por la política en Estados Unidos, rebosante de ira, resentimiento y rencores encrudecidos.
Por cuarta vez en la historia, la Cámara de Representantes -la del pueblo- comenzó a sopesar formalmente el juicio político de un presidente y, en El Paso, Rebecca Reyes se mostró muy complacida.
“Ya era hora”, dijo el miércoles.
“Es el peor presidente que hemos tenido”, dijo Reyes, de 60 años, una abogada demócrata. “No sólo ha abusado de su poder, sino que ha destruido la psique de muchos estadounidenses”.
Mientras Nancy Pelosi pide oficialmente una investigación de juicio político al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, varios activistas y políticos expertos sostienen que esta acción era inminente al mismo tiempo que aplauden el paso.
En Dubuque, detrás de la barra de Choppers, el gerente del lugar, John LuGrain, veía las cosas de manera diferente. La acusación, sugirió, era más de lo mismo.
“Es una cacería de brujas”, dijo, citando las palabras del presidente Trump para desacreditar a sus perseguidores. “Los demócratas no pueden aceptar que Trump fue elegido”.
La impugnación, el primer paso para derrocar a un presidente, es una sanción política -y una provocación- como ninguna otra. En un país que ya ardía en animosidades, la mera perspectiva era como añadir fósforos y varios galones de gasolina al ambiente.
Después de más de dos años de disputas sobre la conducta del presidente Donald Trump, la situación cambió repentinamente en el Congreso de Estados Unidos y tomó la dirección de un juicio político libre de restricciones.
Los hechos - una llamada telefónica de Trump buscando “un favor” del líder de Ucrania, un presidente que se acerca al extranjero para buscar información sucia sobre su rival demócrata Joe Biden, la ayuda extranjera posiblemente retenida como una palanca de presión- fueron confusos para la mayoría. De hecho, en docenas de entrevistas desde Winooski, Vt. hasta el sur de California, el movimiento demócrata en el Capitolio no pareció cambiar la forma de pensar; las opiniones se formaron hace mucho tiempo.
Para los que se oponen al presidente, el esfuerzo por impugnar el proceso fue un cálculo muy esperado y planificado.
“Siento que todos sabíamos que esto fue lo que pasó con Rusia”, dijo Alex Worthy sobre la interferencia que le costó la presidencia a la demócrata Hillary Clinton en las elecciones de 2016, “y no pudimos obtener las pruebas y ahora las tenemos”.
La demócrata de 28 años de edad, una abogada de Laguna Hills, apoyaba el juicio político incluso antes de que estallara el escándalo ucraniano.
“Estoy segura de que ha hecho algunas cosas buenas”, dijo de Trump, citando la robusta bolsa de valores. Pero lo llamó una pobre “representación de lo que somos como estadounidenses”. Su flagrante falta de respeto por la gente es triste de ver”.
Acusan al presidente de EEUU de traición a la seguridad nacional y a la integridad de las elecciones estadounidenses, pero...
Para los partidarios de Trump, la investigación demócrata es un intento continuo de deslegitimar a un presidente cuya falta de convencionalidad y la destrucción de las normas políticas -como la de solicitar la intervención extranjera para impulsar su esfuerzo de reelección- siempre ha sido una parte importante de su atractivo.
Becky Hinkle no sólo considera que el juicio político es injustificado, sino que es una triste estratagema para tratar de impulsar las perspectivas demócratas en 2020.
“Realmente lastima a Estados Unidos y divide al pueblo”, dijo Hinkle, de 65 años, una republicana que se reunía con amigos en Long Beach para planear una escapada al lago Arrowhead. (El negocio para esta agente inmobiliaria de Glendale es tan fuerte y la economía está en tan buena forma, dijo, que ha tenido dificultades para cubrir una posición pagando $50.000 al año. “Déjame decirte, no puedo encontrar ningún empleado para contratar”).
Sin embargo, no todos retrocedieron en sus posiciones partidistas habituales, o permitieron que sus sentimientos personales hacia Trump influyeran en su postura sobre el juicio político.
Ronald Kelley, un republicano de toda la vida que se negó a votar por Trump -la primera vez que no pudo emitir su voto presidencial- dijo que siempre estuvo a favor de la remoción del presidente.
“Él cree que no tiene que seguir ninguna regla”, dijo Kelly del presidente Trump, un empleado retirado de 71 años de Delta Airlines.
“No puedes hacer lo que quieres. Lo que me molesta es que están emitiendo citaciones para testificar [ante el Congreso] y él le está diciendo a la gente que no hable. ¡Es un abuso de poder!”, dijo Kelly mientras caminaba por la plaza del pueblo en McDonough, Georgia, a unas 25 millas al sureste de Atlanta.
Mientras el río Winooski se desbordaba sobre los rápidos en una tarde de otoño en Vermont, la planificadora urbana Sarah Pelkey recibía con ambivalencia la noticia de la investigación de destitución.
Desde su postura políticamente independiente, no es fanática del mandatario: “Hay tanta negatividad... la forma en que habla con sus electores, con los extranjeros”, resaltó Pelkey, haciendo una pausa para fotografiar las intersecciones en Winooski para un proyecto de señalización de la ciudad.
Pero el juicio político es “sólo más ruido” desde Washington, dijo Pelkey, quien preferiría que Trump fuera expulsado por medio de las urnas en noviembre de 2020.
Sin embargo, en su mayor parte, el inicio de una investigación formal de impugnación parece simplemente ratificar lo que defensores y opositores de Trump han creído todo el tiempo.
Parada en una acera de la capital de la nación, Tracy Wang se ha acostumbrado a que la gente se burle de la mercancía con el tema de Donald Trump que exhibe en su puesto de venta. A veces, dijo, los transeúntes incluso tiran sus gorras “Keep America Great” al suelo.
El juicio político, dijo la republicana de 67 años, es un insulto grave.
“Tal vez a algunas personas no les guste su personalidad o las cosas que dice, pero hace mucho bien a este país”, dijo Wang, quien llegó a Estados Unidos desde Taiwán hace 35 años y a quien le gusta especialmente la línea dura de Trump sobre la inmigración.
“Algunas personas que vienen a este país son demasiado perezosas para trabajar porque reciben limosnas del gobierno”, dijo Wang, “y Trump está cambiando eso”.
En Georgia, Alfred Jones, un trabajador social de manutención infantil de Jonesboro, se esfuerza por entender cómo cualquier republicano podría apoyar a Trump después de revelaciones tales como el pago de dinero a cambio de silencio a la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels.
“No debería estar en una posición de poder en Estados Unidos. Quiere ser como Putin”, dijo el demócrata de 49 años, invocando el nombre del presidente ruso Vladimir Putin mientras caminaba hacia su oficina en el centro de McDonough. “Quiere todo el poder”.
Y luego está el raro caso de un acuerdo bipartidista.
En Dubuque, Bob Kaukaskie y Carl Wubben forman parte de un grupo de ingenieros jubilados de John Deere que se reúnen para desayunar todos los miércoles en el restaurante Sunshine Family en el centro de la ciudad.
Kaukaskie, de 74 años, es un republicano que votó por Trump. Wubben, de 75 años, es un demócrata que votó por Clinton.
Sin embargo, ambos se oponen al juicio político porque, según dijeron, los legisladores tienen mejores cosas que hacer. Además, estuvieron de acuerdo en que el país ya está lo suficientemente dividido.
“Nunca van a conseguirlo en el Senado”, dijo Kaukaskie. (Si la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, vota a favor de impugnar a Trump, se celebraría un juicio en el Senado dirigido por los republicanos y se requeriría un voto de dos tercios para la destitución del presidente).
“Están tratando de remover el agua”, dijo Kaukaskie de los demócratas de la Cámara.
“El país no está a favor”, dijo Wubben, “¿por qué pasar por el proceso?”
Especialmente, dijo Wubben, con una elección el próximo año en el que de seguro Trump perderá.
En el lado norte de Dubuque, un barrio de familias de la clase obrera conocido por su estilo alemán, LuGrain tenía su propia versión de hacia dónde se dirigen las cosas, con ambos lados de la división política tan ferozmente antagónica.
Un puñado de asiduos de Choppers que parecían conocerse entre sí disfrutaban de sus pintas de cerveza y dejaban de lado las noticias políticas, por lo menos por ahora.
El gerente del bar LuGrain era menos optimista. “Creo que la tensión en este país va a empeorar mucho más”, dijo.
Eso es algo en lo que todos - demócratas, republicanos, independientes - podrían estar de acuerdo.
Barabak informó desde San Francisco, Beason desde Dubuque y Jarvie desde McDonough, Ga. Los escritores del Times Alexa Díaz en Washington, Anh Do en Westminster, Melissa Gomez en Bakersfield, Michael Finnegan en Los Angeles, Molly Hennessy-Fiske en El Paso, Seema Mehta en Long Beach, Joe Mozingo en Winooski, Vt., Richard Read en Portland y Phil Willon en Woodland contribuyeron a este informe.
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