El Cuarteto de Nos tocó finalmente en L.A., y la celebración fue inevitable - Los Angeles Times
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El Cuarteto de Nos tocó finalmente en L.A., y la celebración fue inevitable

El vocalista y guitarrista Roberto Musso al frente de El Cuarteto de Nos en el Belasco, el 17 de octubre del 2024.
(Arturo Bengoa)
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Cuarenta años de existencia. Cerca de veinte álbumes registrados. Una carrera ampliamente reconocida cuyo alcance supera por mucho los confines del territorio uruguayo en el que se gestó. Y, sin embargo, El Cuarteto de Nos, que es el que detenta todas estas virtudes, no se había presentado nunca en Los Ángeles, lugar todavía fundamental en el desarrollo del llamado Rock en Español.

Afortunadamente, la maldición se acaba de romper, porque, esta semana, la agrupación montevideana (que actúa en vivo como un quinteto) llegó finalmente al escenario del Belasco, ubicado en el centro mismo de la ciudad, para ofrecer un concierto que no se encontró completamente lleno (a diferencia de lo que pasó en Nueva York, donde el ‘sold out’ del primer show motivó la realización de un segundo), pero que no dejó por ello de ser histórico y que generó un entusiasmo evidente en todos los que se encontraban allí.

Como nos lo comentó recientemente el vocalista y guitarrista rítmico Roberto Musso en una entrevista que se nos quedó en el tintero, pero que recuperamos ahora, hacer esto en el Sur de California era un sueño largamente acariciado, hasta el punto de que el mini tour estadounidense (originalmente de siete presentaciones) se planteó alrededor de esta fecha específica.

‘Había que aprovechar, eso sí, el momento en que visitábamos México, debido al costo que implica trasladar a 14 personas -incluyendo a nuestros técnicos- de un lugar a otro”, nos dijo el carismático artista. “En vista del interés que teníamos por tocar en L.A., la productora que nos maneja sugirió que ampliáramos el recorrido”.

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Experiencia y precisión

Sea como sea, hay que sentirse agradecidos por haber visto en vivo a una banda cuyo rango de influencias -como nos lo contó el mismo Musso- va desde Led Zeppelin hasta Eminem, pasando por el folklore del sur uruguayo y el punk rock, pero que resulta inclasificable debido a la frescura de una propuesta que, además, se presta perfectamente para su exhibición pública.

En el Belasco, acompañados por una sugestiva serie de videos de animación, los sudamericanos ofrecieron un repertorio que no podía satisfacer a los fans más exigentes (nuevamente, son cuarenta años de carrera y cerca de veinte discos), pero que logró ofrecer un panorama sumamente vasto de su trayectoria, a través de un listado que se inició con “Flan” (un contundente tema sobre “líderes falsos” procedente del álbum más reciente, “Lámina Once”) y que concluyó cerca de dos horas después con “Yendo a la casa de Damián” (el inolvidable funky que se grabó inicialmente para el disco “Raro”, del 2006, y que fue nominado al Latin Grammy en la categoría de Mejor Canción de Rock).

Claro que, si se quería ir mucho más atrás, resultaba razonable quejarse por la falta absoluta de temas presentes en los 10 (si, 10) primeros discos, cuando El Cuarteto tenía una actitud abiertamente desfachatada y confrontacional que se fue limando con el paso del tiempo, porque la lista de canciones de esta noche (y de la gira entera) abarca “sólo” los últimos siete álbumes (lo que, obviamente, no es poco).

Más allá de querer evitar al fantasma de la cancelación, la conformación del setlist tuvo sentido en vista de que este es el periodo que internacionalizó realmente a un grupo que, hasta entonces, tenía un alcance muy local, pero que ahora mismo convoca en sus shows (incluyendo al del Belasco) a una audiencia sumamente joven, pese a que sus integrantes esenciales rondan las seis décadas de vida.

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El guitarrista y corista Gustavo Antuña en el concierto.
(Arturo Bengoa)

Astucia y experimentación

En ese sentido, no faltaron las composiciones de “Lámina Once”, que es un gran trabajo y que conectó además con los sentimientos de aislamiento y de encierro padecidos por las nuevas generaciones durante la pandemia, que es justamente el periodo en que se compusieron.

La burla total y la provocación sin censura se habrán quedado en el camino, pero no el carácter profundamente propositivo de las letras de Musso, que son cada vez más extensas e inteligentes. Nada como “Chivo expiatorio” (una canción sobre la costumbre de echarle la culpa a otros por los males propios, enmarcada en un estilo propio del ‘stadium rock’) o “El cinturón gris” (protagonizada por un chico dispuesto a cualquier cosa con el fin de llamar la atención y descaradamente orientada hacia el pop festivo) para conectarse de manera creativa con los tiempos que vivimos.

Por el lado más guitarrero, no podía faltar “Miguel gritar”, procedente del “Bipolar” (2009) y cercana al espíritu ‘grunge’, pero coronada por un rapeo inconfundible; y no se puede descartar en esos términos a “Mario Neta”, extraída del “Jueves” (2019), que empieza como cumbia pero se convierte de pronto en un furibundo punk.

Esta combinación de elementos aparentemente disímiles, sumada a la presencia enérgica e inconfundible de un ‘frontman’ que no aparenta la edad que tiene, es lo que eleva a El Cuarteto a otro nivel y le permite, por ejemplo, generar maravillas como el que terminó siendo el corte más curioso de la velada, “Contrapunto para humano y computadora” -también del “Jueves”-.

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Se trata de una pieza que exhibe la inclinación de esta banda por la electrónica (presenta incluso un contrapunto fascinante con una voz computarizada), pero que tiene a la vez un ritmo y una interpretación vocal propios de la payada.

Los asistentes al show de la banda uruguaya de rock.
(Arturo Bengoa)

Un mundo entero

El hecho de que El Cuarteto -que se completa ahora con el baterista Alvin Pintos, el guitarrista líder Gustavo Antuña y el bajista y tecladista Santiago Marrero- está teniendo tanto éxito a estas alturas de su carrera, y que se encuentre produciendo piezas de tanto nivel, es también una buena excusa para abandonar las canciones de la primera etapa, sobre todo cuando se considera que estamos ante una agrupación que ha sufrido diversos cambios de integrantes y que no pretende quedarse tres horas sobre un escenario.

“Hay artistas con largas trayectorias que tuvieron su momento y que siguen viviendo de ese momento; no hay nada malo con eso, pero nosotros hablamos siempre del momento actual”, nos dijo Musso, quien terminó el concierto del Belasco luciendo un pasamontañas. “No sé a qué se debe ni quiero descubrirlo, porque si lo hago, se acabaría probablemente la magia”.

Nos toca entonces a nosotros seguir descubriendo a una banda que cuenta con un arsenal digno de ser escuchado, y que no debería esperar cuatro décadas más para regresar a nuestras costas para deslumbrarnos con sus creativas sonoridades.

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