Este taller de Roma está detrás de muchos Oscar a mejor vestuario. ¿Será ‘Napoleón’ el próximo?
ROMA — Durante casi seis décadas, el taller Tirelli en Roma se ha entretejido en la historia del cine italiano e internacional, ganándose el sobrenombre de la “sastrería de los Oscar” por su contribución al diseño de vestuario cinematográfico.
Fundado en noviembre de 1964 por el fallecido Umberto Tirelli, el taller ha estado detrás de 17 premios de la Academia a mejor diseño de vestuario. En su colaboración más reciente, sus artesanos trabajaron con Janty Yates y Dave Crossman para crear los trajes de la épica “Napoleón” de Ridley Scott. Los diseñadores de Hollywood aspiran a ganar un Oscar en la ceremonia de premiación de este fin de semana.
“¡Quizás gane! Añadamos otra medalla a nuestra colección”, dijo el actual responsable del negocio, Dino Trappetti, en una entrevista. “Por supuesto, el Oscar no lo gana la sastrería, el Oscar lo gana el diseñador del vestuario. Pero la sastrería tiene el mérito y el honor de haber participado para hacerlo ganar”.
El origen del taller estuvo en la pasión de Tirelli por coleccionar prendas antiguas. Buscó piezas en desvanes de aristócratas y en mercadillos en todo el mundo, armando con paciencia una colección que ahora cuenta con más de 15.000 piezas auténticas de datan de entre 1750 y 1980.
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Al principio, el negocio tenía “una máquina de coser, dos cortadoras y dos costureras”, contó Trappetti.
Hoy, en la sede de Tirelli Costumes en el vecindario de Prati de la capital italiana hay maniquíes vestidos con algunas de las creaciones más famosas del taller, como el delicado traje rosa de flores que vistó Tom Hulce al encarnar a Wolfgang Amadeus Mozart en “Amadeus”, de Milos Forman, — que le valió el Oscar a mejor diseño de vestuario a Theodor Pistek —, o el corpiño de terciopelo rojo y el vestido plumas que llevó Michelle Pfeiffer en “The Age of Innocence” (”La edad de la inocencia”), por la que la diseñadora Gabriella Pescucci se llevó también la estatuilla.
Cuando “Amadeus” ganó ese Oscar en 1984, Tirelli podría haber dado el salto internacional “porque el mercado se interesó de inmediato”, dijo Trapetti. Pero Tirelli, que falleció en 1990, no estaba convencido.
Trappetti recordó que decía: “Yo no voy a Estados Unidos. Si Estados Unidos quiere, que venga a buscarme”.
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Y así ha sido.
En 60 años, el taller ha creado más de 300.000 trajes que ahora se guardan en un almacén en Formello, cerca de Roma, donde las barras a doble altura cargadas de ropa se extienden por casi 7.000 metros cuadrados (más de 75.000 pies cuadrados). Los diseñadores de vestuario acuden allí en busca de inspiración, información histórica y creaciones cortadas y cosidas a mano por el equipo de costureras de Tirelli.
“Estos trajes no se pueden hacer en una fábrica. En una fábrica se pueden hacer películas con robots, futuristas o de fantasía. Pero estas cosas hay que hacerlas a mano”, aseguró Trappetti.
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