Olvídate por un momento de Anton Chigurh, el memorable villano de “No Country for Old Men” que le dio un Oscar y un Globo de Oro como Mejor Actor en el 2008 y que, para la mayoría de los anglosajones, es su papel más conocido hasta la fecha.
A partir de este viernes, Javier Bardem podrá ser visto en salas estadounidenses selectas -incluyendo al Laemmle Royal de L.A.- en la piel de un personaje muy distinto al del psicópata asesino creado por los hermanos Coen y mucho más emparentado con una línea de comedia que no es completamente ajena al mismo público (la “Being The Ricardos” de Aaron Sorkin iba un poco por ese lado, y años atrás, la “Vicky Cristina Barcelona” de Woody Allen lo vio plenamente entregado a un papel divertido), pero que resulta mucho más cercana a la audiencia española e hispanoparlante que ha podido disfrutarlo en títulos de inicios de su carrera como “Jamón, jamón”, “Huevos de oro” y “Boca a boca”.
La oportunidad de regresar a personajes carismáticos y atractivos, pero no por ello de moral intachable, llega hasta las manos del esposo de Penélope Cruz gracias a “El buen patrón” (titulada “The Good Boss” en inglés), su tercera colaboración con el director y guionista Fernando León de Aranoa después de “Los lunes al sol” y “Loving Pablo”; y fue de eso de lo que nos habló el aclamado intérprete oriundo de las Islas Canarias durante una entrevista por Zoom que nos conectó con Budapest -donde se encuentra filmando la segunda parte de “Dune”- y que puedes encontrar también aquí en formato de video.
Además de ofrecer detalles del nuevo filme, que llega antecedido por excelentes críticas, el hijo de la legendaria actriz y activista Pilar Bardem reveló algunos aspectos interesantes de la nueva superproducción de Denis Villeneuve y habló de otros temas vinculados tanto a las críticas que vienen recibiendo quienes interpretan a personajes de la vida real sin tener con ellos una correspondencia de nacionalidad -lo que ha sucedido con nuestro entrevistado en más de una ocasión- como al apoyo y al rechazo simultáneos que han generado sus frecuentes declaraciones de carácter político, completamente opuestas a los dictámenes conservadores.
Javier, ¿cómo va lo de “Dune”?
Hemos empezado hace relativamente poco, y va muy bien, porque es una película que tiene muchas cosas buenas. El trabajo de Denis [Villeneuve], el director, es enorme, y lo lleva de una manera hermosa. Es un gran colaborador, un tipo genial. Mi personaje tiene ahora una presencia importante, como la tiene en la segunda parte del libro [de Frank Herbert], y el rodaje llega hasta diciembre.
Bueno, estamos conectados para hablar de “El buen patrón”, una película que se estrena finalmente en Estados Unidos, que recibió seis premios Goya y que no nos lleva a otro planeta, sino que le da una mirada muy particular a un asunto muy terrenal: el de los abusos y la corrupción que se producen en empresas del sistema capitalista. Lo hace de una manera muy particular, con discreción y comedia.
Fernando [León de Aranoa] es un escritor grandísimo, que maneja mucho la crítica social; pero, en este caso, se atreve además con el humor, la sorna, la ironía y el cinismo. Eso es un poco parte del perfil del personaje que interpreto, Julio Blanco, un tipo muy reconocible, ciertamente en España y, en realidad, en cualquier lugar del mundo, porque se trata del hombre sobrado de sí mismo que nació en una cuna acomodada, que no ha hecho demasiado por ganarse el lugar que ocupa y que tiene una forma de trabajar y de acercarse al otro desde un lugar cercano, muy campechano, desde donde suceden el engaño, el atropello, la mentira, la manipulación y la corrupción.
Casos como esos abundan en mi país, empezando por el del Rey Emérito de España [Juan Carlos I], que ha robado no sé cuántos millones de euros a la hacienda pública y sigue ahí, sin dar explicaciones. Era, igualmente, un tipo muy aplaudido y muy celebrado por un segmento de la sociedad que no quería ver la otra parte, es decir, la que roba, la que engaña y la que hace negocios ocultos para enriquecerse.
Bardem cuestiona duramente al presidente de EE.UU.
¿Te inspiraste de algún modo en él?
No es que te inspires en alguien concreto, sino en una clase de energía que está presente en algún momento en un tipo como él, en un sujeto que puede presidir un club de futbol o incluso en una persona que conozco y que maneja un bar pequeñito, pero que también tiene algo de patrón en su relación con el trabajador. Tampoco hace falta ser un gran empresario para abusar de los derechos de los demás. En este caso, mi personaje es un empresario grande dentro de una ciudad de provincia; no estamos hablando de Amazon ni de Telefónica.
Si uno ve a Blanco con la mirada con que debería verlo, descubre que se trata de un villano; pero hay mucha gente que justificaría la mayor parte de las cosas que hace, y en ese sentido, la película juega frecuentemente con una línea delgada, porque, al menos al inicio, el personaje parece negarse por completo a hacer algo que sea ilegal, resulta muy simpático, asume aires intelectuales -cita al físico Werner Heisenberg, cuyo apellido fue tomado por el protagonista de “Breaking Bad”- y exhibe una gran paciencia. Pero ya desde ahí hay detalles sutiles -como su trato a las mujeres y ciertas imágenes que podrían remitirse a un abuso de los animales por parte suya- que tienen que ser apreciarse con cuidado para empezar a darse cuenta de por dónde va la cosa.
Fernando puso realmente muchos elementos en juego y los combinó de una manera muy rica, muy atractiva, muy interesante de ver y muy divertida. Es verdad que hay cosas que se le excusan al personaje, cosas que se le entienden y cosas que te llevan a echarte las manos en la cabeza. Eso lo hace más humano, más accesible y más real; evidentemente, no todos los empresarios son como él, pero hay algunos que sí, como lo son también muchas de las personas que tienen un mínimo de poder.
Incluso yo, que no soy empresario, puedo hacer uso de poder desde mi lugar profesional; sobre la gente que se encuentra en un rodaje, por ejemplo. Todos tenemos la posibilidad de tratar al otro desde un lugar o desde el otro que tenga que ver con el respeto a sus derechos y a sus necesidades. Julio Blanco no se da cuenta de eso y pasa por encima [de todos], porque busca la excelencia personal, no la grupal.
“El poder corrompe” es una frase muy conocida, y es por eso que la gente desconfía tanto de los políticos. Pero pensar que todos los que tienen cierto poder son malos es una forma imposible de ver la vida. Como lo has dicho, tú tienes poder; eres el único actor español que ha ganado un Oscar, y cuando dices algo, la gente te escucha y reacciona. Los de la derecha para mal, los de la izquierda para bien. Según tu moral y tus convicciones, ¿qué hace que algunos no se corrompan con el poder o lo empleen de manera abusiva?
Tener una teoría que abarque todo es muy difícil, pero creo que el poder, en general y en cualquier tipo de forma, aísla al que lo sufre o al que lo goza, porque cuando existe, te protege de los otros, y esa protección te lleva a un lugar de aislamiento. Y en el momento que te aíslas, pierdes el contacto con cierto tipo de realidad que es importante conocer, porque si no, estás excluido de cosas que son importantes para la concepción de ideas, teorías, actitudes y acciones para con los demás, seas un futbolista, un actor o un político. Ahí empieza el problema de estar solo y a veces mal aconsejado.
Y luego viene la naturaleza de cada uno, de qué es lo que quieres hacer con ese poder. En mi caso, en la medida de lo posible, intento no perder el sentido de realidad, pisando la calle todo lo que pueda, sabiendo de mis limitaciones y, sobre todo, tratando de que mis hijos -que nacieron en un ambiente muy diferente al ambiente en que nací yo- tengan un sentido de perspectiva que yo ya tengo, porque fui educado así por mi madre.
Pero creo que al final todo se reduce a algo muy sencillo: eres buena persona o no eres buena persona; tienes un sentido de empatía o no lo tienes. Hay gente que no lo tiene, y que tiene en cambio la capacidad de separarse del sufrimiento ajeno.
“El buen patrón” posee elementos dramáticos, pero es una comedia. Tú ganaste el Oscar por interpretar a un personaje increíblemente siniestro en “No Country for Old Men”, y has tenido otros roles muy inclinados hacia el lado serio, como el de “Biutiful”. Pero también has estado en otras películas inclinadas hacia lo divertido y lo gracioso, como “Vicky Cristina Barcelona” y “Huevos de Oro”, la cinta española de Bigas Luna cuyo personaje estelar, Benito González -del que te encargaste tú-, no deja de recordarme a Julio Blanco.
Claro, esa era la investigación de esta clase de personaje en los ’90, una época en la que en mi país florecieron sujetos así: los grandes emprendedores que se han hecho a sí mismos, que construyen edificios y que tienen que ver con la erección, la fuerza y el macho. Es algo que sigue estando presente, pero en esos años, era muy aplaudido en España. Ahora, el personaje ya tiene canas, lleva gafas e intenta esconder sus verdaderas intenciones; pero hay algo de Benito González en este Julio Blanco, quien forma parte de una generación que ha sido educada de forma errónea y que se cree mucho más importante de lo que es.
¿Qué tan interesante es para ti poder interpretar papeles tan distintos?
Acabo de hacer una comedia infantil con un cocodrilo [risas]. Me siento feliz y agradecidísimo con la vida, con el destino y con el azar por la posibilidad que tengo de hacer trabajos tan diferentes: una comedia infantil, una comedia con tintes sociales, una película del espacio con un sentido de actualidad desgraciadamente enorme en relación al asunto climático. Mi personaje en “Dune” representa todo eso, la lucha por el cambio de un planeta arrasado que es nada más que arena. Estar presente en proyectos tan dispares es un placer y un privilegio.
Y también te interesa interpretar personajes de diferentes procedencias, pese a que hay muchas personas a las que no les gusta la idea de ver a un español haciendo de cubano o de colombiano, como lo hiciste en “Being the Ricardos”, donde interpretaste a Desi Arnaz, y “Pablo”, donde te pusiste en la piel de Pablo Escobar.
Estoy absolutamente de acuerdo en que se respete la nacionalidad, el género y la identidad sexual del personaje que se va a interpretar, y que se busque a actores y actrices próximos a ellos. Es algo que apoyo y que apoyé con Desi, porque sé que estaban buscando [al actor que lo interpretara] y yo me quité del medio. Ahora, cuando el director o el productor deciden que el mejor actriz o actriz para contar la historia es este o el otro, independientemente de su orientación sexual o su nacionalidad, eso se convierte en un derecho para el actor y la actriz, porque nuestro trabajo es crear una vida que no existe, que no es la nuestra. Eso es parte de la magia de la interpretación, y estoy tan a favor de una cosa como de la otra.
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