La fecha del “Toda la Vida Tour” que se llevó a cabo el sábado pasado en el YouTube Theater de Inglewood, a solo pasos de la presentación ofrecida por el legendario cantautor brasileño Roberto Carlos en el enorme Kia Forum, no era ni por asomo la primera de Emmanuel en la ciudad de Los Ángeles. Pero tenía de todos modos un significado especial para el eminente cantante mexicano, porque se trataba de su debut en un escenario que, pese a su capacidad relativamente reducida, es nuevo y se encuentra implementado con los equipos más modernos del medio.
Como lo dice el nombre de la gira, y tomando en cuenta que el artista no ha lanzado un álbum de composiciones inéditas en siete años, lo que ofreció -más allá de la presentación del sencillo reciente “Esa mujer”, de tendencia tropical- fue un compendio de éxitos que llegaron muchas veces plasmados en popurrís, porque el mismo intérprete ha dicho abiertamente que no le interesa dar conciertos de duración maratónica, a diferencia de lo que ocurre con numerosos veteranos de la escena musical.
Eso puede decepcionar a quienes asistan a sus shows esperando escuchar versiones completas de temas específicos, pero permite por otro lado que se incluyan muchas más canciones que atraen a diferentes sectores de la audiencia, lo que tiene sentido en el caso de un artista cuya carrera de más de 40 años ha cubierto diferentes géneros y estilos, desde las baladas apasionadas de fines de los ‘70 e inicios de los ’80 hasta las piezas rítmicas que empezó a popularizar a mediados de los ‘80, pasando por las incontables combinaciones musicales que ha realizado.
En ese sentido, el repertorio fue bastante completo, aunque, como era de esperarse, prescindió totalmente de los interesantes cortes de tendencia social de un primer álbum que nadie parece recordar (se llama “10 razones para cantar”, y salió en 1976), a diferencia de lo que sucede con las composiciones posteriores, y que en el plano de la balada romántica, se expresaron a plenitud en el disco “Íntimamente” (1980), que sigue siendo una de las producciones más emblemáticas del género al lado del “Secretos” (1983) de José José.
De ese modo, y con total justicia, el “Íntimamente”, donde el legendario compositor español Manuel Alejandro fungió de coautor en nueve de los 10 temas, llegó generosamente representado por memorables cortes lentos como “Quiero dormir cansado”, “Tengo mucho que aprender de ti”, “El día que puedas” y “Todo se derrumbó dentro de mí”, a los que sumó “Este terco corazón” (que es un poco más rápido, con claras influencias folklóricas) y una versión definitivamente acelerada de “Insoportablemente bella” (que se grabó originalmente como balada).
De hecho, los mejores momentos de la velada en términos de emotividad y de interpretación (es decir, esos que ponen la carne de gallina) se dieron ante una rendición particularmente rockera de “El día que puedas” que encontró al cantante en excelente estado vocal, completamente acertado en las melodías de notas altas, y durante la presentación de “Tú y yo”, una composición del siguiente álbum -titulado del mismo modo- que resultó todavía más intensa y desembocó en una encendida sesión tipo Big Bang, con el respaldo de la experta sesión de vientos que acompañaba al artista.
En general, Emmanuel, que tiene ya 67 años y que dejó esta vez de lado cualquier comentario que pudiera generar polémica, manejó bien su garganta y logró incluso reproducir esas inflexiones de tinte adolescente que lo distinguieron hace cuatro décadas, aunque tenemos la impresión de que la primera parte del show, cuando las condiciones de sonido no estaban del todo equilibradas, lo encontró todavía frío y más inclinado a refugiarse en sus tres coristas (a fin de cuentas, él nunca ha pretendido tener la potencia que mantiene el mucho más joven Luis Miguel o la que tuvo en sus buenos tiempos ‘El Príncipe de la Canción’).
No todo fueron baladas, por supuesto. Como lo señalamos arriba, Emmanuel ha tenido una carrera particularmente diversa en términos de estilo, y para probarlo, abrió fuegos con “Corazón de melao”, una pieza bailable de 1999 con fuertes influencias latinas y un segmento ‘rapeado’ que llegó atada a “Tengo”, una creación de 1983 que insinuaba ya su ingreso a los terrenos completamente rítmicos y que llegó esta vez respaldada por un estilo que oscilaba entre el rock y el funk. Las dos fueron escritas por Emmanuel.
“Pobre diablo”, otra balada esencial -y especialmente adecuada para la personalidad alfa de nuestro amigo- llegó como parte de un popurrí en el que figuraron también “Seguía lloviendo afuera” y “Solo”, del mismo modo en que se hilvanaron “Quiero dormir cansado” y “Detenedla ya”. Y después de “Bella señora”, el ex torero le dio un lugar especial a “El rey azul”, adaptación propia de un tema italiano, coronada con un solo de clarinete, que él mismo presentó con un expresivo discurso y que, poco después, lo llevó a hacer unos movimientos de tipo taurino que desataron gritos de ‘¡olé!’ por parte de la audiencia.
Emmanuel ha manifestado siempre el cariño inmenso que siente por Perú, país en el que vivió desde los 10 hasta los 15 años; y aunque no dijo nada al respecto al encontrarse en este escenario, incluyó en el repertorio “Sentirme vivo”, tema rítmico que reactivó su carrera en 1999 y que fue creado por Gian Marco Zignago, el reconocido cantautor y compositor limeño que colaboró también con Emilio Estefan.
Las intensidades bailables regresaron en pleno para el ‘bis’, plasmado en un animado popurrí de “La chica de humo”, “Toda la vida” y “La última luna” en el que el cantante se desató finalmente para practicar esos pasos de baile y esas posturas originales que empezaron a distinguirlo en la segunda etapa de su carrera y que el público celebró ampliamente, mientras sus músicos (encargados de los teclados, la batería, las congas, la guitarra eléctrica, la guitarra acústica, el bajo y los vientos) brincaban entre géneros que incluían el pop, el rock and roll, la Big Band y hasta el merengue.
El cierre llegó con “No he podido verte”, pieza de fusión incluso más festiva, gestada al lado de Juan Luis Guerra (que no estuvo presente en el concierto) e igualmente propicia para el baile de los asistentes y del anfitrión de una noche que, ante nuestra mirada, se vio únicamente opacada por el empleo de recursos visuales excesivos (¿o habría que decir ochenteros?) y los inexplicables trajes fosforescentes de colores imposibles que lució constantemente el mismo Emmanuel.
El cantante mexicano sufrió una caída
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