Fue hace unos 20 años, y Penélope Cruz se encontraba con su amigo y compatriota español Pedro Almodóvar en Nueva York. Almodóvar, que ya había dirigido a Cruz en más de una película, hablaba de una historia de dos madres que dan a luz el mismo día, una mujer mayor con ganas de criar un hijo y otra más joven con menos entusiasmo. Cruz estaba dispuesta a hacer la película -siempre está dispuesta a trabajar con Almodóvar-, pero el prolífico cineasta dejó de lado la idea y pasó a su siguiente proyecto. “A lo largo de los años me preguntaba qué iba a hacer con esa idea”, dice Cruz por teléfono desde Madrid.
Vayamos al 2020, el año del primer cierre de COVID-19. No había mucho que celebrar, pero para Cruz las noticias eran buenas: Almodóvar, que tenía tiempo para escribir durante la pandemia, la llamó y le dijo que estaba trabajando en el guion de lo que sería “Madres paralelas”. Y quería que Cruz interpretara el papel de Janis, la fotógrafa y madre soltera con un secreto que prefería no revelar.
“Cuando me envió el guion, me quedé alucinada”, dice Cruz. “Es uno de los personajes más exigentes y difíciles que he interpretado. Pero lo digo con una sonrisa, claro, porque me siento muy afortunada de que confíe tanto en mí”.
A estas alturas, esa confianza está más que ganada.
Desde “Carne Trémula” en 1997, Cruz ha trabajado con Almodóvar en siete películas. Es lo más parecido a una estrella fija que tiene el cineasta. Con la excepción del raro fracaso de 2013 “Estoy tan emocionada”, una farsa sexual a bordo de un avión, todas son joyas, que abarcan diferentes períodos de la carrera de la actriz, desde el ascenso hasta la estrella ganadora del Oscar (se llevó el premio de actriz de reparto por su trabajo en la película de Woody Allen “Vicky Cristina Barcelona” de 2008).
Almodóvar, que ganó su Oscar por escribir “Hable con ella” en 2002, es probablemente el mayor maestro del melodrama desde Douglas Sirk, y Cruz sabe exactamente cómo trabajar en su tono emocional. Sabe que el material exagerado no requiere que se exceda, y se mantiene en la línea de los extremos en juego a lo largo de la mayoría de sus guiones. Sus interpretaciones son un lastre, pero hacen mucho más que eso. Te recuerdan la humanidad esencial de Almodóvar.
Para Cruz no es suficiente.
“No juzga a los personajes, por muy retorcidos que puedan ser”, dice. “Es una bendición tener eso cuando estamos actuando, porque tampoco podemos juzgarlos”.
Como otras películas de Almodóvar, incluida “Hable con ella”, “Madres paralelas” se centra en un dilema moral y presenta al espectador una mala acción realizada en nombre del amor. “Todo lo que le ocurre desde el principio de la cinta es realmente desafiante, con situaciones que no son muy comunes en la vida”, dice Cruz. “Ella vive esa gran amenaza que, por desgracia, muchas personas experimentan en diferentes situaciones relacionadas con la maternidad. Pero en su caso es muy peculiar y particular”.
No es la primera vez que estrella y director colaboran para contar una historia sobre la maternidad. En “Todo sobre mi madre” (1999), que ganó el Oscar a la película en lengua extranjera, Cruz interpretó a una monja embarazada y seropositiva. En “Volver” (2006), por la que Cruz obtuvo su primera nominación al Oscar, su personaje, Raimunda, está alejada de su madre, que puede o no estar muerta. La maternidad es a la vez sagrada y espinosa en el mundo de Almodóvar, una propuesta profundamente gratificante pero compleja. “Él siempre vio un gran instinto maternal en mí”, dice Cruz.
Esta vez, sin embargo, había una diferencia. Cruz tiene ahora un hijo y una hija con su marido, Javier Bardem. Está viviendo la maternidad. “Como actores, no necesitamos pasar por todas las experiencias que viven nuestros personajes”, dice. “Pero ahora es más a nivel celular. Cada célula de mi cuerpo entiende inmediatamente ese miedo o esa preocupación o esa felicidad de ser madre”.
Cruz ya ha ganado los premios de actriz principal de la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles y del Festival de Cine de Venecia; una nominación al Oscar parece probable. Dice que no piensa mucho en esas cosas, con algunas excepciones. El premio de Venecia del pasado mes de septiembre fue especial, porque acudió por primera vez al festival en 1992 con su primera película, “Jamón, Jamón”. Cuando se enteró de que había ganado, lloró desconsoladamente. “Mi hija me miraba muy seria, preguntándose: ‘Mamá, ¿por qué lloras? Te están dando un premio’. Ganar allí con una cinta que hice con Pedro fue una experiencia increíble para mí”.
Cruz sigue haciendo alguna que otra película de Hollywood, como el reciente thriller de acción “Los 355”, en el que interpreta a una psicóloga/espía colombiana. Pero donde más brilla es en el cine español. De hecho, ha presentado dos de ellas en Venecia: “Madres paralelas” y la comedia del mundo del espectáculo “Competencia oficial”, que protagoniza junto a Antonio Banderas. Su estreno está previsto para finales de este año.
De momento, puede saborear su último trabajo con su colaborador favorito. Y esperar el siguiente.
“Nunca le digo que no”, dice.
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