Celso Piña, el ‘Rebelde del Acordeón” que no conoció las barreras
Hace un mes, Celso Piña decía, feliz: “Estoy en mi mero apogeo”.
Y lo platicaba porque había logrado que su acordeón sonara en tres continentes, América, Europa y Asia.
El llamado “Rebelde del Acordeón” hizo un balance de sus logros en la última entrevista que dio a Reforma, en Acapulco, el pasado 13 de julio, cuando fue el único cantante de música colombiana en el Surf Music Fest, evento dominado por DJs.
“Duré siendo el único durante cuatro o cinco años que tocaba la música colombiana en Monterrey, hasta que corrí a tres de mi grupo y ellos hicieron el segundo grupo, que fue la Tropa Colombiana”, dijo, al recordar sus inicios.
Rebelde como su acordeón, empezó a escribir su historia en la Colonia Independencia de Monterrey. No nació en el Cerro de la Campana, pues sus primeros años los pasó en una casa de la Colonia Nuevo Repueblo.
Después se pasó a la Independencia, a la Tampiquito, a La Boquilla y al Barrio La Campana.
“Yo, por allá en los 70, empecé a interpretar cumbia. Mucha gente decía que era una música muy corriente, y yo ‘pero la bailan’. ‘Sí, pero es muy corriente’. ‘Pues no la bailes... Yo la toco para el que quiera bailarla’”.
Recordó que a donde quiera que iba a tocar había “broncas”.
“Pleitos que en La Risca, que en la Colonia Independencia... Entonces había unos salones que se llamaban Salones Corona. Yo estuve vetado, porque preguntaban ‘¿quién va a venir a tocar’, ‘Celso’, ‘ah, no, ese no’, porque era una bronca.
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“Y así estuve batallando, con los periódicos también porque me echaban que ‘Celso acarrea puro mariguano, lesbiana, puro malandro’. Digo ‘pérate, yo no me iba a poner en la puerta a decir ‘a ver, tú, ¿qué eres?, ¿eres chico bien?, pásale’”.
Para él era un orgullo recordar sus inicios, pues, de sonar en un barrio, logró que su ritmo hiciera bailar hasta a los europeos.
“Mucha gente decía que era una música muy corriente, y yo ‘pero la bailan’. ‘Sí, pero es muy corriente’. ‘Pues no la bailes... Yo la toco para el que quiera bailarla’”
— Celso Piña-Músico
Con influencias de figuras del género colombiano como Alfredo Gutiérrez, Aníbal Velásquez y Andrés Landero, Piña grabó su primer disco en 1982, con el sello Peerless, ya con su Ronda Bogotá.
“Al pasar de los años, yo no entiendo a la gente. La gente es muy ingrata, a veces necesita que alguien venga a abrirle los ojos para poder que vean así. Yo estaba hasta vetado en Monterrey”, rememoró.
Fueron 28 grabaciones las que logró hacer en una carrera profesional de 37 años.
Sus temas, como “La Negra Nelly”, “Macondo”, “Cumbia Sampuesana”, “Como el Viento”, “Cumbia Sobre el Río” y “Cumbia Poder”, hicieron bailar a multitudes.
Su suerte cambió en 2003, cuando fue invitado para cantarle a Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, ya que después de eso, dicho por él mismo, ya nadie le hizo el feo.
“Pero fíjense la gente cómo es. Apenas alguien de esa envergadura de señor, que vino, llegó y yo estaba tocando. Él empezó a bailar, estaba la crema y nata de Monterrey, y todos: ‘¡Ah, qué bonita música!, ¡qué bárbaro!, ¡yo siempre dije que Celso tocaba bien bonito!’. Yo digo: ¡Qué ironía!”, declaró antes de su actuación en el Surf Music Fest.
Después de eso, y con el paso de los años y de decisiones acertadas, el mercado musical se agrandó para esta figura regiomontana.
Países como Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos gozaron del ritmo de su acordeón, que quedará para la posteridad.
Tras su muerte, a Celso le sobreviven su esposa, Juany Ortiz, y sus tres hijos: Diómedes, Martha Cecilia y Katia.
A este “Rebelde del Acordeón” se le seguirá recordando por sus éxitos, porque, ¿quién se resiste a bailar su cumbia?
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