Nuevas biblias en ediciones atractivas y digitales, se imprimen para atraer a la generación de los milenios
Brian Chung recuerda la primera vez que intentó leer la biblia.
El era un estudiante universitario de 20 años en USC, recientemente se había convertido al cristianismo y estaba ansioso por sumergirse en las Escrituras de las que tanto había oído hablar.
Sólo hubo un problema, recuerda Chung: “No me daban ganas de leerla”.
El texto era pequeño y de aspecto serio, cada línea se agrupaba dentro de columnas numeradas, densamente apretadas y sin imágenes, como citas al final de un libro de texto de biología. En el interior, las páginas eran tan delgadas como el papel higiénico. En el exterior, la cubierta era de un negro sólido e intimidante.
Para un estudiante de la universidad que es artista, estudia comunicaciones, diseño y publicidad, el “santo libro” le pareció sumamente mal.
“Había 20 páginas antes de que realmente llegaras al Génesis”, dijo Chung, recordando lo impaciente que se sentía. “Como artista, diseñador y lector, pensaba: ‘Este no es un buen diseño’”.
Durante los últimos 2.000 años, según los estudiosos, ningún otro libro ha sido reimaginado y reinterpretado tantas veces en la historia como la biblia. Cada copia, desde las primeras traducciones en griego hasta la edición de King James y más allá, se creó para llegar a una nueva audiencia.
Quinientos años después de que la moderna imprenta difundiera textos bíblicos en todo el mundo, el libro está tratando de llegar a una de sus audiencias más difíciles: los Milenios, una generación de nativos digitales, que leen cada vez más en una tableta que en un libro. Además, según las encuestas, es poco probable que lean o confíen en la biblia, su escepticismo está a la vanguardia en la relación de deterioro de los estadounidenses con el texto antiguo.
Ahora los editores cristianos están luchando para reparar esa relación, al hacer que la biblia sea más accesible y atractiva para una generación formada por una corriente interminable de contenido visual y estimulación en las redes sociales. Los esfuerzos son una forma de abrazar el presente, pero también un guiño al pasado medieval de la Iglesia, cuando una población analfabeta dependía de hermosos frescos, esculturas y catedrales majestuosas para comprender el mensaje cristiano.
Una década después de su fallido intento de leer la biblia, Chung, ha convertido su temprana aversión a la biblia en un negocio en crecimiento. Chung, es la mitad de un dúo que intenta que la biblia sea “amigable con los milenios”.
Para hacer eso, su nueva compañía en Los Ángeles, Alabaster Co., coloca el texto completo de un libro bíblico, incluidos dos del Antiguo Testamento, en formatos de publicaciones que asemejan a las revistas de diseño y estilo de vida ‘indie’, como las que pudiera encontrar en la mesita para el café de sus amigos que están más a la vanguardia. Alabastro, utiliza la New Living Translation of the Bible.
Abunda el espacio en blanco, en el texto utiliza una fuente elegante de sans serif, empequeñecida por el tipo de imágenes de naturaleza muerta como las que proliferan en Instagram.
En busca de inspiración, los socios no dependieron de los artistas cristianos contemporáneos ni en la Iglesia católica, sino en revistas urbanas como Cereal, Kinfolk y Drift. También estudiaron las marcas de moda de la época, como Warby Parker, el proveedor de afeitadoras Harry, el fabricante de artículos de lujo Shinola y el relojero sueco Daniel Wellington. Estas compañías, dicen, entienden algo que la mente de los milenios más exigente define como un producto bueno: que la calidad del empaque visual de un producto sea tan importante como la calidad del producto en sí.
Chung se dio cuenta de que la biblia puede ser un libro sagrado, pero también es una “marca de estilo de vida, rica en contenido”, que necesita desesperadamente una actualización moderna.
“La cultura visual es todo para los milenios”, dijo el cofundador de Alabaster, Bryan Ye-Chung. “Eso es importante para nosotros, así que nos preguntamos: ¿por qué un producto basado en la fe no puede aprovechar eso también?”
La puesta en marcha tiene su competencia. Absorber las enseñanzas cristianas sin abrir una biblia o entrar a una iglesia nunca ha sido tan fácil. Instagram ha ayudado a convertir a los pastores de la mega iglesia como Carl Lentz de Hillsong y Steven Furtick de Elevation en “influencers” de la moda con millones de seguidores. La cantidad de personas que han descargado aplicaciones móviles que ofrecen miles de traducciones bíblicas, textos y acceso a podcasts suman ahora cientos de millones. Los manuscritos antiguos, como los Rollos del Mar Muerto, han sido digitalizados para el consumo online, y ahora cualquier persona con acceso a Internet puede escuchar las lecturas de la biblia en los idiomas originales: hebreo, arameo y griego.
¿Por qué leer sobre la Tierra Santa cuando puedes usar un casco de realidad virtual que ofrece recorridos en 3D de sitios sagrados cristianos? Si la realidad virtual no es lo tuyo, puedes descargar aplicaciones que combinan fotos en teléfonos inteligentes con versículos de la biblia, creando contenido para compartir en las redes sociales. Si no quieres leer la biblia, entonces Alexa, la asistente virtual de Amazon, puede hacerlo por ti. A medida que las organizaciones basadas en la fe buscan compartir su mensaje de nuevas maneras, incluso sus anuncios han comenzado a parecerse a los de las empresas de tecnología de Silicon Valley, con organizaciones que reclutan diseñadores de productos e ingenieros de software.
“Haremos cualquier cosa que no sea pecado para alcanzar a las personas que no conocen a Cristo”, dice el sitio web de Life.Church. “Para nosotros, eso significa aprovechar la última tecnología, buscar nuevas ideas y estar cerca de la Palabra de Dios”.
Los productos digitales pueden ser nuevos, pero la sensibilidad no lo es, según Matthew Engelke, un profesor de religión en la Universidad de Columbia. Dijo que el impulso protestante siempre ha sido expandirse hacia el exterior, encontrando nuevas formas de involucrar a nuevos grupos de personas. El aumento de la cultura digital en los últimos 20 años ha aumentado ese impulso, dijo.
Para los evangélicos de hoy, dijo Engelke, una marea creciente de ateísmo secular ya no se considera la mayor amenaza para la iglesia.
“Es el viejo cristianismo que no evoluciona con el tiempo y se niega a reconocer que no se puede lograr que la gente entre a la iglesia cuando escucha la versión de King James por las noches en la radio”, dijo Engelke. “Los tiempos han cambiado y muchos cristianos reconocen que necesitan cambiar con los tiempos”.
A medida que millones de cristianos encuentran nuevas vías para explorar su fe online, compañías como Thomas Nelson Bibles, la editorial cristiana más grande del mundo, dicen que el apetito por las copias físicas de la biblia sigue siendo fuerte, pero las expectativas de los clientes están cambiando rápidamente debido a la cultura digital. Ya no están interesados en las biblias con tapa negra de sus abuelos, los clientes más jóvenes han comenzado a solicitar libros con encuadernación cosida, papel respetuoso con el medio ambiente, cubiertas de piel de cabra doradas y costosas. El editor de la biblia Zondervan ha presentado portadas pintadas a mano inspiradas por artistas de Etsy, así como imágenes brillantes que cambian cuando se da vuelta la página.
“Es un renacimiento en la artesanía”, dijo Daniel Marrs, editor de Thomas Nelson Bibles. “Es asombroso que podamos sentarnos con una pequeña aplicación y ver cientos de traducciones diferentes y luego tomar una biblia encuadernada en el viejo estilo de cuero con una hermosa tipografía y participar también en las escrituras”.
La compañía también ha desarrollado varios tipos de letra patentados, diseñados para reducir la fatiga ocular para los clientes que pasan sus días mirando las pantallas digitales. Si no van a acceder a las escrituras a través de una aplicación móvil, dicen los editores, los lectores de la biblia quieren un producto personalizado que los haga sentir únicos.
“Todo es en relación a la experiencia”, dijo Doug Lockhart, vicepresidente de Mercadotecnia y Divulgación de la Biblia en Harper Collins Christian Publishing. “Incluso en el empaquetado de las principales biblias de colección, la experiencia de desempaquetado es similar a la de un iPhone”.
El año pasado, su segundo dentro del mercado, Alabaster vendió cerca de 10.000 libros, lo que le reportó a la compañía $ 318.000 en ventas. Fue suficiente para que Chung y Ye-Chung dejaran sus trabajos para enfocarse en Alabaster a tiempo completo. Este año, dijeron ambos hombres, la compañía espera triplicar las cifras de ventas del año pasado. Sus clientes, dijeron, son principalmente mujeres, de 21 a 35 años de edad. Aunque tienen clientes en lugares tan lejanos como Singapur y Australia, la mayoría son habitantes de ciudades como Los Ángeles, Nueva York, Dallas, Chicago y Atlanta.
Ambos dijeron que creen que sus textos bíblicos empaquetados individualmente, que cuestan alrededor de $30 por libro, pero pueden llegar hasta $155 por paquetes de seis libros, aprovechan el enfoque más informal de la religión de los milenios. Dijeron que en lugar de dejar que el Libro de los romanos se llenara de polvo en un estante, la idea es sacar a la luz las palabras, convirtiéndolas en una atractiva obra de arte cuyas páginas parecen más interactivas que intimidatorias.
“Nos hemos convertido en una cultura que se preocupa por la belleza y la estimulación visual”, dijo Chung. “Queremos usar eso para crear un diálogo y una nueva perspectiva de las escrituras”.
Harvey Cox, profesor investigador de Divinidad de Hollis en Harvard, dijo que Chung y Ye-Chung han desenterrado una antigua táctica de marketing perfeccionada por la iglesia. El cristianismo, al igual que muchas religiones, ha dependido durante mucho tiempo de embalajes hermosos para vender sus ideas. Eso fue literalmente cierto, dijo, durante la edad media cuando la gran mayoría de los cristianos no sabía leer.
“Al entrar en cualquier catedral o iglesia”, dijo, “la idea fue capturar el significado del evangelio y de la biblia visualmente, con vitrales y frescos, todo tipo de pinturas y una gran cantidad de material visual”.
En un momento en el que muchos de sus propios estudiantes parecen responder más fuertemente a las imágenes que al texto, un período en el que la palabra escrita despierta menos pasión que una foto “agradable” online, Cox, dijo, que no estaba sorprendido de lo que están haciendo los editores de la biblia. Lo que siempre han hecho: adaptarse a los tiempos.
“Es una evolución perfectamente comprensible”, agregó. “Ha ocurrido antes”.
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