Las familias de las víctimas del tiroteo en El Paso temen por su propia seguridad
EL PASO, Texas — Cuando la familia Torres se reunió alrededor de su televisor en El Paso para ver los informes del incidente en Gilroy, California, que dejó tres muertos, se preocuparon por sus familiares en las cercanías de San José y se sintieron aliviados después de enterarse que estaban a salvo.
Seis días después, dijo Andrew Torres, de 24 años, el siguiente gran ataque impulsado por el odio ocurrió “justo arriba de la calle”.
Dos de los familiares del fotógrafo independiente murieron en el tiroteo en Walmart que dejó 22 muertos, 27 heridos y sacudió una de las ciudades más seguras del país.
El gerente de Walmart sobrevivió al tiroteo en masa y pasó días ayudando a sus empleados después. El miércoles, fue a un partido de béisbol para obtener algo de alivio.
Los ataques han dejado a Torres, un nativo de El Paso, profundamente conmocionado, en la medida en que no salió de su casa por varios días.
“Se está convirtiendo en una experiencia de TEPT cada vez que esto sucede”, dijo el graduado de la Universidad de Texas en El Paso. “Te deja pensando como si… ‘¿seré el próximo?’”.
A medida que comienzan los funerales para las víctimas del asesinato en masa del 3 de agosto, algunos de sus amigos y familiares han reconocido tener miedo de asistir a los servicios, visitar el monumento conmemorativo que surgió frente a Walmart o incluso abandonar sus hogares por temor a ser el siguiente objetivo de un ataque.
El sospechoso no sólo publicó un manifiesto racista en línea antes del tiroteo, criticando una “invasión” latina en Texas, sino que también confesó a la policía que había atacado a mexicanos, según una declaración jurada de arresto.
Las autoridades dicen que Patrick Crusius, el hombre acusado de llevar a cabo la masacre del pasado fin de semana en una Walmart de El Paso, confesó el tiroteo cuando se rindió.
Algunos residentes latinos ahora debaten con sus amigos si ser de piel más oscura los pone en mayor riesgo, si es seguro volver a comprar en Walmart, si deben evitar ir de compras con sus hijos o si van a enviarlos a la escuela a fines de este mes.
“Parece que esto es lo que significa ser estadounidense ahora”, dijo Torres.
Torres teme los ataques de imitación. El miércoles escuchó por medio de amigos que estaban cerca de un centro de inmigrantes de El Paso, donde un hombre armado con guantes de látex conducía un camión con una foto de Trump, éste “Rambo” fue detenido por oficiales. El sujeto había sido fotografiado a principios de semana asistiendo a vigilias por las víctimas del tiroteo. Más tarde fue liberado, la policía tuiteó que salió libre porque no había evidencia de que hubiera cometido un delito.
Sin decir que Donald Trump dirigió el ataque, no será fácil disociar sus posiciones de los motivos del atacante en los lamentables sucesos de El Paso, Texas.
Andrés “Jimmy” Cervantes, quien perdió a su tío Arturo Benavidez, de 60 años, en el tiroteo en El Paso, también estaba preocupado por el hombre, que llevaba una pistola.
“Ahora tienes eso en la cabeza, de que puede suceder”, dijo Cervantes, de 30 años, quien estaba de vuelta en el trabajo en su taller de carrocería la semana pasada.
Cervantes planeaba asistir al funeral de su tío el martes en la Iglesia Católica St. Pius X de El Paso, a pesar de que no ha mejorado la seguridad desde el tiroteo. Está nervioso, pero tiene la confianza de que el entierro posterior será en un cementerio en Ft. Bliss, el puesto seguro del Ejército en El Paso donde su tío una vez estuvo en el destacamento.
Cervantes también está preocupado por los mensajes que ha visto en Facebook desde el tiroteo que dicen: “Ya es hora, El Paso”, alabando y tomando en cuenta el ataque.
Pero no ha respondido. Dijo que así lo habría querido su tío, un conductor de autobús afable.
“No creo que él hubiera querido odio por odio”, dijo Cervantes. “La violencia tiene que detenerse en alguna parte”.
Desde mayo, tres iglesias católicas de El Paso se han incendiado. Las autoridades estaban investigando los incendios como posibles incidentes provocados, aunque el motivo seguía sin estar claro. El padre de San Pío X, Mike Lewis, quien dirigió una misa fúnebre el viernes por la víctima Angelina Silva Englisbee, de 86 años, dijo que su iglesia ya había intensificado la seguridad antes del ataque de Walmart debido a los incendios.
“Estábamos pensando que podríamos ser fácilmente los siguientes”, dijo.
Desde los tiroteos, algunos feligreses le han pedido que cierre la iglesia, pero Lewis se ha negado; en cambio, organizó una vigilia. Ahora, más que nunca, les dijo, la gente necesita la iglesia como refugio. Aseveró que el ataque “no debería ser una razón para intimidarse”.
Aún así, Lewis, de 42 años, quien tiene un padre que es latino y el otro blanco, se encuentra buscando un Target cuando hace mandados, temeroso de otro ataque.
“Todos hemos experimentado una pequeña pérdida de inocencia”, dijo en la oficina de su iglesia la semana pasada mientras se preparaba para el funeral de Englisbee.
“La gente está nerviosa”, reconoció Yvette Lascurain, quien asistió al funeral el viernes porque conocía a la nieta de Englisbee.
“Esta ciudad es tan pequeña, todos estamos tan cerca”, dijo mientras saludaba a los dolientes.
La hija de Lascurain también conocía a la víctima Andre Anchondo, de 23 años, quien murió con su esposa mientras protegía a su hijo de 2 meses de los disparos. El bebé resultó herido en el ataque pero se fue a casa con sus abuelos el jueves. Los autodenominados “nidos vacíos” planean criar a sus tres nietos huérfanos.
Lascurain, un agente de bienes raíces que vive en El Paso Country Club, dijo que los vecinos le enviaron un mensaje el jueves por la noche, aterrorizados por lo que sonaron como disparos. Resultaron ser fuegos artificiales en el club de campo, dijo.
Otros amigos le dijeron que sus hijos tenían miedo de regresar a la escuela, preocupados de que pudieran ser el blanco por su origen latino, especialmente aquellos con piel más oscura.
“Aquí no se ve mucho racismo”, dijo, “así que para que esto suceda en este lugar, mucha gente debe de estar asustada”.
Lascurain teme que el tiroteo pueda empeorar las tensiones con México y la ciudad hermana de El Paso, Cuidad Juárez, que ella visita ocasionalmente. Es latina pero le preocupa que, con su cabello rubio y ojos azules, pueda confundirse con ser blanca y ser atacada.
“Espero que esto no cree divisiones y ocasione que se enojen con nosotros”, dijo.
Sentada junto a ella estaba la ex presidenta del Partido Demócrata de El Paso, Enriqueta “Queta” Fierro. Ella conoce a uno de los hijos de Englisbee, que asistió a la escuela con su hijo Mark Fierro, quien también estuvo en el funeral. Dijo que había trabajado con el padre de la víctima Jordan Anchondo y que había llevado comida a la familia la semana pasada.
“Somos una comunidad en estado de shock”, dijo Queta Fierro.
Se sorprendió cuando fue a arreglarse el cabello en el centro comercial más grande de El Paso el jueves, al lado de Walmart, y encontró los pasillos vacíos.
“La gente tiene miedo”, dijo su estilista.
Fierro, de 85 años, estaba molesto. El sospechoso de disparar, Patrick Crusius, de 21 años, de Allen, Texas, está detenido tras las rejas, acusado de asesinato capital, de cometer un delito de odio y un acto de terrorismo doméstico. Pero él parece haber logrado un objetivo, dijo ella: “Quitarnos esa paz”.
“Sobreviviremos a este sentimiento”, insistió Fierro, luchando contra las lágrimas. “No nos vamos a quedar así. Nos ocuparemos de todos los que murieron, de los que necesitan sanar. Sobreviviremos”.
Torres, el fotógrafo, estaba de luto por la pérdida de la prima de su padre y su esposo en el tiroteo. Maribel Hernández Campos, de 56 años, fue asesinada junto con su marido Leonard Cipeda Campos, de 41 años. Torres, cuya difunta madre era blanca, dijo que se sintió aliviado al ver a funcionarios blancos, incluido el sheriff local, denunciar al tirador como un supremacista blanco. Pero también dijo que los blancos necesitaban hacer un examen de conciencia.
“Es algo que la comunidad blanca ha estado negando durante algún tiempo: que hay personas en sus comunidades que se han radicalizado”, dijo. “Pero como alguien que es mitad mexicano, no tengo esa opción. No podemos darnos el lujo de volver a casa”.
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