Diego Maradona, una vida atormentada por las drogas - Los Angeles Times
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Diego Maradona, una vida atormentada por las drogas

Diego Maradona, who led Argentina to victory in the 1986 World Cup but was tormented by drug abuse in his later years, has died. He was 60.

La salud de Maradona había estado plagada de problemas en los últimos años; el más reciente de ellos fue un hematoma subdural

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Diego Armando Maradona, el chico de cabello castaño y rulos, proveniente de un barrio pobre de Buenos Aires que se abrió camino hacia la fama mundial con amagues deslumbrantes, hasta convertirse en uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, pero también uno de los más autodestructivos, murió este miércoles en la casa que habitaba en un barrio privado en las cercanías de Tigre, un suburbio de Buenos Aires.

Nunca lejos del foco de atención que perseguía con tanta furia, Maradona murió esta mañana de un paro cardiorrespiratorio, según confirmó Associated Press. La salud de Maradona había estado plagada de problemas en los últimos años; el más reciente de ellos fue un hematoma subdural, que requirió de una cirugía cerebral. Tenía 60 años.

Mientras la noticia de la muerte de Maradona circulaba por todo el mundo el miércoles, el presidente argentino Fernández pidió tres días de duelo nacional mientras que la UEFA, el organismo rector del futbol en Europa, anunció que habría un minuto de silencio antes de los partidos de la Liga de Campeones y la Europa League esta semana.

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Las estrellas del futbol del pasado y del presente acudieron a las redes sociales para despedirse.

Pelé, la leyenda brasileña y quizás el mejor jugador de todos los tiempos, escribió en Twitter que “perdió a un gran amigo y el mundo perdió una leyenda ... Un día, espero que podamos jugar juntos a la pelota en el cielo”.

Cristiano Ronaldo, el cinco veces jugador mundial del año de Portugal que actualmente es estrella de la Juventus, tuiteó: “Hoy me despido de un amigo y el mundo se despide de un genio eterno”.

Diego Maradona
Diego Maradona con señales de victoria a los fanáticos después de reunirse con el presidente argentino Alberto Fernández el 26 de diciembre de 2019.
(Associated Press)

Como esa otra célebre exportación argentina, el tango, Maradona aportó estilo, pasión y una innegable sensación de oscuridad a su deporte y su vida. En la cancha, pocos podían igualar su arte, habilidad y creatividad, pero también podría ser un jugador taimado y colérico. Fuera del campo de juego, era un hombre volátil, de prodigiosos apetitos, cuyos excesos a menudo lo dejaban en el hospital.

Durante una carrera profesional que comenzó en un campo de Buenos Aires cuando tenía 15 años, Maradona anotó cientos de goles, muchos de ellos legendarios, incluidos dos en un solo partido contra Inglaterra en el Mundial de 1986. El primero es considerado por muchos el gol más notorio de la historia del deporte, y el segundo está entre los más celebrados.

Su carrera alcanzó la cima cuando llevó a la selección de Argentina a la victoria en la Copa del Mundo de 1986. Pero el abuso de drogas y otros actos de autodestrucción mancharon sus últimos años como jugador, y así se retiró en 1997, siendo solo un susurro de su antiguo yo.

Maradona jugó 91 partidos con la selección argentina y fue una estrella de equipos de Italia y España. Jugó su último partido de la Copa del Mundo en Foxboro, Massachusetts, en 1994, donde fue escoltado fuera del campo de juego para una prueba de drogas que reprobaría.

Maradona, uno de los ocho hijos de un trabajador que había emigrado a la ciudad desde la provincia rural de Corrientes, nació el 30 de octubre de 1960 en una “villa miseria” en la comunidad suburbana de Villa Fiorito, en Buenos Aires. La familia vivía en una pobreza extrema.

En su autobiografía, “Soy El Diego”, recordó caminar a la escuela pateando una pelota por las calles, escaleras arriba y a lo largo de las vías del tren. Pasaba horas jugando partidos en un campo de caballos cercano.

Cuando tenía nueve años, un amigo lo invitó a probarse en el Argentinos Juniors, un equipo de futbol profesional para adultos. Diego impresionó lo suficiente como para ganarse un lugar entre los Cebollitas, un club que preparaba figuras para el equipo.

Los Cebollitas ganaron 136 juegos sin perder, y el joven Maradona a menudo anotaba tres o más goles por juego.

Cuando tenía 12 años, trabajaba en partidos profesionales como recogepelotas, y se convirtió en el favorito de la multitud por sus habilidades y malabarismos en el medio tiempo. Un programa de variedades de televisión lo invitó a mostrar su talento y en una Argentina loca por el futbol, el chico se convirtió en una celebridad menor.

Pocos días antes de cumplir 16 años, el técnico de Argentinos Juniors lo incorporó al equipo. Primero entró al campo como suplente, y el entrenador le dijo: “Diego, juega como si supieras jugar. Y si puedes, gambetea a través de las piernas de alguien “. Minutos después, el joven Maradona hizo precisamente eso.

“Ese día”, dijo después en su autobiografía, “sentí como si tocara el cielo con mis manos”.

Los principales equipos argentinos comenzaron una guerra de ofertas por él. El jugador trasladó a su familia desde su precaria vivienda en Villa Fiorito a un apartamento. Finalmente, se unió al famoso equipo de Boca Juniors.

Fue convocado por primera vez para la selección de Argentina en 1977, cuando tenía 16 años. Pero el entrenador César Luis Menotti no lo nombró como titular para la escuadra que ganó la Copa del Mundo de 1978, de la cual Argentina fue sede. Maradona se sintió aplastado. “Sabía que era un gran jugador, que iba a tener la oportunidad de jugar en muchos mundiales más”, diría Menotti años después.

En 1982, después de llevar a Boca Juniors al triunfo en un campeonato de liga, Maradona firmó con el club español Barcelona. Fue allí, según sus amigos, donde probó la cocaína por primera vez. “Lo era, lo soy ahora y siempre he sido un adicto a las drogas”, reconocería él años después.

Pero en el campo de juego, sus poderes solo aumentaban. Después de pelear repetidamente con la gerencia del Barcelona, se trasladó al club italiano Napoli, donde marcó una serie de goles notables que rápidamente le ganaron el amor de los notoriamente volubles fanáticos italianos.

En la Copa del Mundo de 1986, disputada en México, mostró toda la gama de sus habilidades. Durante el campeonato marcó cinco goles para llevar a Argentina a su segunda victoria mundialista, pero siempre será recordado por los dos que marcó en un partido de cuartos de final ante Inglaterra. El partido generaba muchas pasiones: se jugó solo tres años después de que Gran Bretaña venciera a Argentina en la Guerra de las Malvinas.

Con el partido todavía sin goles, Maradona se despertó y desafió al portero inglés Peter Shilton con un pase alto. Maradona rozó el balón en la portería, una flagrante violación de las reglas vista por casi todos en el campo de juego, menos por el árbitro. Cuando se le preguntó después si había usado la mano, Maradona dijo que el gol lo había anotado “la mano de Dios”.

Diego Maradona’s “Hand of God’ goal against England in the 1986 World Cup championship game.

Cinco minutos después, Maradona anotó otro tanto. Tomando el balón en su propia mitad del campo, gambeteó y sorteó a la mayoría del equipo inglés. Luego cayó al suelo mientras disparaba el tiro que venció a Shilton. En una encuesta realizada dos décadas después por el organismo rector internacional del fútbol, la FIFA, el tanto fue elegido como el mayor gol en la historia de la Copa del Mundo. “Hoy Diego marcó uno de los goles más brillantes que jamás hayamos visto”, dijo el entrenador inglés Bobby Robson después del partido. “El primer gol fue dudoso. El segundo fue un milagro”. Argentina venció por 2-1 a Inglaterra. “Era como si le hubiéramos ganado a un país, más que a un equipo de fútbol”, reflexionó Maradona en su autobiografía.

Una semana después, cuando Argentina derrotó a Alemania Occidental por 3-2 en la final del campeonato, él salió del campo y entró en el vestuario gritando obscenidades. Para Maradona, la victoria siempre estuvo teñida por la rabia persistente que sentía por sus rivales y detractores.

En la cima de sus poderes, inspiró al Napoli para lograr sus primeros títulos de la liga italiana, en 1987 y 1990. Se casó con su novia de la infancia, Claudia Villafañe, en 1989, pero luego admitiría haberle sido infiel. En 1991 fue nuevamente suspendido por 15 meses luego de dar positivo en testeos por cocaína.

Con un notable sobrepeso, se puso a dieta antes del Mundial de 1994, organizado por Estados Unidos. Pero después de anotar dos goles en tres partidos, falló un antidoping por efedrina, una droga que mejora el rendimiento. Así, fue expulsado del campeonato y se le prohibió practicar el deporte durante 15 meses. “Mi alma está rota”, dijo Maradona. Pero culpó a los funcionarios de la FIFA más que a sí mismo. “Me cortaron las piernas justo cuando estaba tratando de volver”.

Maradona finalmente volvió a jugar para su antiguo club argentino, Boca Juniors, donde se retiró en 1997.

Fuera del campo de juego, Maradona parecía una figura triste y robusta. Viajó a Cuba para hacer un tratamiento por el abuso de drogas, en 2002, y finalmente entabló amistad con Fidel Castro. Cuando regresó a Argentina, lucía un prominente tatuaje del revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara -uno de los principales lugartenientes de Castro durante la revolución cubana- en un brazo.

Poco después de su divorcio, en 2004, Maradona comenzó otra espiral descendente y fue hospitalizado después de una sobredosis de drogas y luego nuevamente por una intoxicación por alcohol. Su familia lo hospitalizó en un centro psiquiátrico después de que amenazó con dejar la unidad de cuidados intensivos donde era tratado. Fue dado de alta, pero regresó unos días más tarde, después de comer en exceso. Su muerte parecía tan inminente que los diarios de Buenos Aires prepararon secciones especiales para publicar con su obituario.

Pero después de unas semanas fue dado de alta nuevamente y poco después pasó a presentar un popular programa de variedades en la televisión argentina, “La noche del 10”. A lo largo de su carrera, nunca pareció olvidar de dónde venía; prestó su nombre y su perfil a docenas de iniciativas caritativas que recaudaron millones, principalmente para causas infantiles.

Entrenó breve y erráticamente para dos equipos de la liga argentina y luego, en una jugada que asombró y deleitó a la nación, en 2008, tomó las riendas de la selección nacional del país, que pugnaba por recomponerse antes de la Copa del Mundo. El equipo avanzó a cuartos de final, con la esperanza de que las sublimes habilidades futbolísticas de la nueva superestrella Lionel Messi superaran las confusas decisiones de entrenamiento tomadas por Maradona. Fue despedido en 2010.

En 2018, Maradona, cuyo andar ahora se había convertido en un arrastre y aquella voz nítida se había transformado en un murmullo, fue contratado para entrenar a los Dorados, un equipo profesional con sede en el estado mexicano de Sinaloa, en el corazón del país de las drogas. La única persona más famosa que Maradona en Sinaloa era Joaquín “El Chapo” Guzmán, el legendario narcotraficante. “Llevar a Maradona a Sinaloa es como llevar a un niño a Disneyland”, escribió el periodista deportivo Rafael Martínez, en Twitter.

Diego Maradona yells instructions while coaching Argentina during a game against Mexico on June 27, 2010.
Diego Maradona grita instrucciones mientras entrena a Argentina durante un partido de la Copa del Mundo contra México el 27 de junio de 2010.
(Martin Meissner / Associated Press)

Pero Maradona, silenciando a los críticos nuevamente, lo hizo funcionar. Rengueando por una lesión en la rodilla y con un bastón para moverse, Maradona logró llevar a un equipo joven enterrado en la segunda división de México a la final del campeonato, donde perdió por un gol en la prórroga. “Está muy feliz, muy satisfecho con su trabajo”, afirmó el analista de Fox Sports Daniel Brailovsky, un excompañero de equipo. “Es su pasión, es su vida. Es todo para él. Maradona no puede vivir sin fútbol, y el fútbol no puede vivir sin Maradona”.

Seis meses después se fue de México, y resurgió rápidamente en Argentina como entrenador de Gimnasia de la Plata.

Su vida cinematográfica fue capturada en el documental de HBO de 2019 “Diego Maradona”, donde el cineasta Asif Kapadia revisó 500 horas de imágenes nunca antes vistas. El resultado retrata a Maradona tal como era: un hombre torturado y talentoso, un superhéroe, un antihéroe y villano, que tenía un talento brillante en el campo y unas fallas enloquecedoras en lo personal.

“Maradona es la síntesis de Argentina”, sugirió Guillermo Oliveta, presidente de la Asociación Argentina de Marketing. “Venía de la pobreza extrema, ascendió rápidamente en su estatus social, y luego se estrelló, tal como el país”.

Tobar es un exredactor de The Times.

Los redactores Kevin Baxter y Steve Marble contribuyeron con este artículo.

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