Alrededor de 500 personas se tomaron varias calles del centro de Los Ángeles condenando el plan de deportaciones masivas anunciadas por Trump
Los Ángeles — Una muchedumbre de jóvenes, mayoritariamente mujeres, con pancartas y carteles en mano se tomaron el lunes algunas calles de Los Ángeles. Levantaron sus voces en protesta por la amenaza de deportaciones masivas que ha anunciado el presidente electo, Donald Trump, a partir del 20 de enero de 2025 cuando regrese a la Casa Blanca.
“Sí, se puede”, gritaban al unísono al salir de la Plaza Olvera, en dirección al sur sobre la calle Los Ángeles.
Brian Leija, un empresario de 31 años de Belton, Texas, no se sorprendió de que un número creciente de hombres latinos de su generación votaran por Donald Trump para presidente este año.
Con sus dos hijas, Yolanda Velásquez llegó desde temprano. Ella participó en la ceremonia ancestral realizada antes de que la marcha iniciara. Esta mujer, de 30 años, sería afectada si Trump implementa su plan de deportaciones masivas. Ella tiene un estatus migratorio irregular.
“Es algo muy triste para mí”, dijo la inmigrante originaria de Tijuana, México, que llegó a Estados Unidos cuando tenía un año de edad. “Vine a representar a las mujeres y a la gente sin documentos”, indicó Velásquez, junto a sus dos hijas: Lidia, de 3 años y Anabelle, de 10.
La marcha se desplazó hasta la calle 1st, en donde giró hacia el oeste. Luego en la calle Main, se desplazaron al norte. En ese momento, la policía se sumó al grupo de manifestantes con ocho patrullas.
“Aquí estamos y no nos vamos, y si nos echan, nos regresamos”, gritaban.
Entre esas personas iba Aurora Aguilera, originaria de Michoacán, México. Esta mujer llegó con su hija, ciudadana estadounidense. Aunque ambas no tienen peligro de una deportación, consideran una prioridad abogar por las personas sin un estatus regular.
“Lo que debemos pelear es por los 11 millones que están sin documentos”, aseguró Aguilera, residente en Huntington Park, que llegó hace 40 años a Estados Unidos. “No se ponen a pensar que ya están aquí y han contribuido con millones de dólares a la economía”, añadió.
Los manifestantes se detuvieron frente al edificio del Ayuntamiento de Los Ángeles. Como si ese edificio estuviera habitado en ese momento por los concejales, a voz en cuello, gritaron en inglés y en español “el pueblo unido jamás será vencido”.
Antes de moverse de ese edificio municipal, insistieron con otra arenga.
“¿Qué queremos?”, preguntó una joven en un megáfono.
“Una ciudad santuario”, respondió la multitud.
La presencia de Selina González era notoria. Ella acudió desde Santa Mónica junto a dos hijos y tres primos, cada uno portaba un cartel en mano. En uno de ellos se leía: “ningún ser humano es ilegal”.
“Esta es nuestra tierra, no hay fronteras, nuestra gente no es ilegal”, dijo González, quien es tercera generación de una familia mexicana-estadounidense. “Sé que en el pasado [Trump] ha hecho deportaciones, incluso de ciudadanos. No es imposible, pienso que [por eso] es muy importante que estemos juntos”.
De acuerdo al Instituto de Política Migratoria (MPI), en sus últimas estimaciones —publicadas en julio— a mediados de 2022 la población de inmigrantes indocumentados era de 11.3 millones. Esa cifra es superior a los 11.2 millones de 2021 y los 11 millones de 2019.
Dos de las lideresas de la marcha, Patty Robledo y Flor Martínez, se encuentran entre esas personas sin un estatus regular.
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En 2011, en el gobierno de Barack Obama, muchos vehículos con luces y sirenas rodearon la vivienda de Robledo. En un principio, la familia pensó que era la policía. Se trataba de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE). En un tiempo récord, en una hora aproximadamente, pusieron a sus padres en un autobús rumbo a México.
“Tengo 13 años sin ver a mis padres y voy a seguir luchando para que todas las familias puedan estar y vivir juntas”, indica la joven activista, de 33 años, nacida en Michoacán y radicada en el Valle de San Fernando. En el momento de la deportación, ella tenía 19, su hermana mayor 20 y su hermano menor 15.
Los manifestantes giraron en la calle Aliso, hacia el este de la ciudad. Al estar frente al edificio federal Edward R. Roybal, trataron de elevar más la voz para ser escuchados por los migrantes detenidos que permanecen en el interior de esas instalaciones.
“El pueblo unido jamás será vencido”, repetían.
“La migra, la policía, la misma porquería”, decían como si trataran de que también ese mensaje llegara a los agentes que los escoltaban.
Antes de retirarse de este edificio, la activista Martínez pidió a los manifestantes que se movieran despacio hacia el norte sobre la calle Alameda. Se apostaron sobre la autopista 101 para ser vistos por los conductores. En las calles, mientras desfilaban por la ciudad, se escuchaban las bocinas de los vehículos que se identificaban con los participantes de la marcha.
“Toda la vida crecí teniendo miedo de la migra, de abrir la puerta, de ir a la escuela y que nos pare la policía y que nos deporten”, dijo la joven de 29 años, que convocó esta movilización en sus redes sociales.
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En la primera administración de Trump, en 2018, su madre fue deportada a México. Por esa razón, Martínez, amparada en el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), visita y organiza acciones proinmigrantes en diferentes ciudades estadounidenses. A su juicio, no importa el gobierno que se encuentre en el poder, el pueblo se tiene que organizar y denunciar los traumas que causan las deportaciones en la comunidad.
“Eso trae mucho daño, eso tiene que parar, que a ninguno más le pase”, insistió la activista radicada en la área de la Bahía de San Francisco.
La marcha siguió su ruta sobre la calle Arcadia, hacia el oeste. Al llegar a la calle Los Ángeles, giraron a la derecha hasta llegar nuevamente a la Plaza Olvera, después de 41 minutos de haber salido de este lugar en donde se concentraron al grito de “sí se pudo” antes de dar por terminada la movilización.
Esta protesta, realizada dos días después de la marcha realizada en Nueva York, coincidió con el anuncio que hizo Trump de nombrar a Tom Homan como el “zar de la frontera”, quien de acuerdo al mandatario electo será el encargado de ejecutar las deportaciones de extranjeros indocumentados.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Tom Homan, su exdirector interino del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), fungirá como el “zar de la frontera” en su próximo gobierno, un cargo en el que seguramente desempeñará un papel clave en las promesas de campaña de Trump de proteger la frontera entre Estados Unidos y México y organizar una operación de deportación masiva.
“Quiero cerrar la frontera, y quiero perforar, perforar, perforar”, dijo sobre sus planes para el Día 1.
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