Esta pareja de EEUU está dividida en la política, pero unida por el amor
Estaban discutiendo sobre el aborto.
Fue en la carretera interestatal 74, mientras conducían por los interminables campos de maíz del Illinois rural, cuando Lesley Dzik se dio cuenta de que le había estado alzando la voz a su marido, Matt. Se detuvo y sugirió que dejaran el tema. Él aceptó, y el silencio se hizo sentir en la cabina de la camioneta pickup.
“Te quiero”, se dijeron el uno al otro, y las manos que habían estado gesticulando para articular sus puntos de vista opuestos se unieron encima de la consola central.
Los Dzik han sorteado problemas comunes a muchos matrimonios, desde la crianza de los hijos hasta el dinero.
¿Pero la política? Eso es complicado.
Lesley, de 56 años, es republicana. Matt, de 68, es demócrata. Ella se opone al aborto. Matt cree que las mujeres deben poder elegir. Ella se negó a vacunarse durante la pandemia. Él se vacunó.
Cuando empezaron a salir, bastó ver carteles en pro de los demócratas en el jardín de la casa de él antes de las elecciones de 2020 para que ella se preguntara si su relación podría funcionar.
Pero ambos querían que funcionara. Lesley leyó libros de otras parejas que tienen opiniones políticas opuestas en busca de inspiración y finalmente dio con Braver Angels, una organización sin ánimo de lucro creada por un terapeuta tras la victoria del expresidente Donald Trump en las elecciones de 2016 con el fin de ayudar a las personas a superar sus diferencias políticas. Allí encontraron una comunidad integrada por republicanos y demócratas.
“Me dio bastante esperanza”, dijo Lesley. “Me sentí segura, no estoy sola”.
Parecen, en muchos sentidos, la pareja ideal. Matt, que está jubilado, suele llevarle flores a casa. Ella le ayuda con los trabajos de mantenimiento que él hace para gente que no puede permitirse pagar a profesionales. Él la lleva en coche a la biblioteca de la Universidad de Illinois, donde ella trabaja. Ambos son voluntarios en un teatro local para poder ver espectáculos gratis.
Lesley es profundamente cristiana. Matt, veterano del ejército, fue criado en el catolicismo, pero ahora se considera más espiritual que religioso.
“Me preocupa Matt porque yo creo que la Biblia es la verdad y Matt tiene dudas al respecto”, dice Lesley. “Me pregunto en qué me he metido”.
Pero asisten a la iglesia con regularidad y, cuando rezan, se abrazan.
Los actos de bondad los unen, ya sea ayudar a un hombre que se mueve en silla de ruedas a ir a la iglesia o cuidar de un niño que no se comunica verbalmente para que sus padres puedan salir y su madre pueda trabajar. Pero sus diferencias políticas parecen agravarse cuando se acercan las elecciones presidenciales.
A veces, las cosas se ponen tan candentes que pasan días sin hablarse.
En la puerta de su refrigerador cuelga una sugerencia de su terapeuta que les ha ayudado a sortear sus inseguridades. “¿Puedo darte un abrazo?”, dice. “Si no, entonces dile: ‘Te quiero. No eres un desastre. Vuelvo en diez minutos’“.
En los talleres de Braver Angel han aprendido algunas técnicas para mantener una conversación política civilizada. Habla para entender, dice una regla, no hables para ganar.
Su necesidad mutua es demasiado grande para evitar las incomodidades de sus numerosos desacuerdos.
“Compartimos el mismo corazón”, dijo Lesley.
“Me encanta mirarla a los ojos y verla sonreír”, compartió Matt. “¿Por qué querría perder eso?”.
Han encontrado cosas en las que pueden estar de acuerdo, como poner un asta en su jardín delantero y ondear la bandera estadounidense.
“Para mí es mucho más inspirador que cualquier cartel en el jardín”, dice ella. “Es más duradero”.
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