Latinos de Los Ángeles acogen como ‘hermanos y hermanas’ a los 42 inmigrantes trasladados en autobús desde Texas
Varios latinos de Los Ángeles sienten empatía por los inmigrantes que viajan en autobús a California y otras ciudades liberales desde estados conservadores. ‘Es una bendición’, dijo un angelino sobre los recién llegados.
Hace mes y medio Miguel Ángel se bajó de un autobús en Los Ángeles. Desde enero se encontraba detenido en un centro de inmigración, después de que agentes de la patrulla fronteriza lo detuvieran a él y a las cuatro personas con las que viajaba en el desierto de Sonora.
Cuando Miguel Ángel fue liberado a finales de abril, dijo que fue trasladado por varias ciudades de Arizona y el centro de California, antes de que le dieran un boleto de autobús para Los Ángeles.
“Llegar aquí fue una sorpresa. Pensé que me iban a deportar”, dijo Miguel Ángel, que actualmente vive en un albergue en el centro de la ciudad y a quien The Times identifica sólo por su nombre de pila debido a su condición de indocumentado. “Acabo de venir... y ya encontré trabajo, me siento alegre. Ya cobré mi cheque y mandé algo para mi familia”.
El miércoles pasado, un autobús con 42 migrantes procedentes de Texas llegó al centro de Los Ángeles. Algunos de los que iban a bordo eran de Guatemala, el país de origen de Miguel Ángel. Otros procedían de Venezuela, Honduras y China. Parejas y familias enteras hicieron un viaje de 23 horas, sin comida, algo que el gobernador de Texas, Greg Abbott, aseguró que proporcionaría “un alivio muy necesario a las comunidades fronterizas de Texas”.
Miguel Ángel dijo que le costaba entender por qué los 42 migrantes fueron enviados en autobús a Los Ángeles. Sin embargo, dijo que se alegraba de que otros migrantes hubieran llegado a la ciudad, que recientemente aprobó una ordenanza para convertirse en santuario de inmigrantes.
“Es importante que las demás personas puedan tener oportunidades y quedarse aquí”, dijo Miguel Ángel. “En nuestro país, la situación es muy precaria. Todo el mundo lo sabe. Hasta se muere la gente al venir aquí. Unos se quedan tirados en el desierto, otros los secuestran en México, otros los maltratan los coyotes. Muchas cosas suceden hasta venir aquí”.
Muchos angelinos latinos han estado prestando atención al enfrentamiento sobre la política de inmigración que enfrenta a California con los estados conservadores. Desde el año pasado, Abbott y el gobernador Ron DeSantis, de Florida, han trasladado en autobús o avión a decenas de inmigrantes a ciudades de la Costa Este y la Costa Oeste. Los funcionarios republicanos dicen que las acciones han sido necesarias por el fracaso de la política fronteriza de la administración Biden. Pero los demócratas y los activistas afirman que se trata de maniobras políticas y han dado la voz de alarma por la posible falta de consentimiento informado de algunos de los inmigrantes transportados.
“Es triste”, dijo la vendedora ambulante de comida guatemalteca Roselia Guarchaj, que estaba haciendo tortillas en un puesto en una de las esquina de MacArthur Park. “Porque algunas personas estaban pensando en otra cosa. No es justo”.
Aunque aún se sabe poco sobre lo que los 42 migrantes entendían sobre su patrocinador o su destino final cuando abordaron el autobús, todos tenían consigo números telefónicos de personas que conocían en California, dijo Jorge-Mario Cabrera, director de comunicaciones de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles. Los números de teléfono permitieron reunir a los inmigrantes con sus familias y amigos en San Diego, San Francisco y la zona de Los Ángeles en su segunda noche en el estado, dijo.
“No sabemos exactamente si sí [querían venir] o no. Por lo menos no ha habido nadie que nos ha dicho que no quiere estar acá”, dijo Cabrera. “Lo que tenemos que indagar es cuándo y dónde tienen sus citas en la corte para para poder entonces decidir si se quedan aquí o se tienen que marchar a otro lugar, o si se les puede hacer un cambio de localidad para su caso”.
Mayra García, quien vende en la calle Olvera, dijo que se enteró de la noticia del último autobús de migrantes el jueves por la mañana mientras se preparaba para ir a trabajar. Expresó su simpatía hacia los migrantes, de quienes dijo “vinieron aquí por una mejor vida”.
“Todos los estados deberían trabajar juntos. No sé cómo son las cosas en Texas, pero he oído que hay mucho racismo hacia los hispanos y creo que [Abbot] debería haber aceptado a parte de la gente allí y no nomás decir ‘voy a lavarme las manos y subirlos al autobús’ y que todos los demás estados se encarguen de ellos”, dijo García. “Lo que estoy agradecida es que los otros estados no hayan dicho que no quieren migrantes allí, y que los están aceptando y ayudando, como aquí en California”.
Aunque piensa que Texas y Florida no han manejado adecuadamente sus crisis de inmigrantes, Hortencia Galván también ve una contradicción en las rápidas acciones que los funcionarios del gobierno han tomado para apoyar a los migrantes trasladados en autobús. En su opinión, los trabajadores indocumentados que ya viven en la ciudad merecen el mismo nivel de atención y apoyo por parte de las autoridades locales.
“Todos necesitamos las mismas oportunidades”, afirma Galván, que vive a una manzana de la iglesia donde se recibió a los inmigrantes la primera noche. “Trabajo en un restaurante y hay mucha gente que no tiene papeles. Veo que muchos tienen 20 o 30 años aquí y no los pueden arreglar”.
La guatemalteca Virgilia, que pidió ser referida sólo por su nombre de pila porque tiene una cita próximamente sobre el estatus de su visa, dijo que pensaba que los 42 migrantes que encontraron transporte a Los Ángeles era “un milagro”.
“Eso es lo que le digo a la gente. Es una bendición”.
Después de oír hablar de los 42 migrantes transportados en autobús, la notaria Lesly Chávez dijo que decidió donar ropa que había recogido para otras causas y dársela a los recién llegados. El jueves, condujo hasta la iglesia de Chinatown donde muchos de los migrantes habían pasado la noche anterior. Pero cuando llegó, todos se habían marchado.
Mary Díaz, residente en Westlake, dijo que creía que a la ciudad tenía espacio de sobra, siempre y cuando los inmigrantes fueran “buenas personas”.
“Lo que pasó en Miami fue feo porque sacaron de allí a migrantes que no sabían dónde los iban a mandar”, dijo Díaz. “¿Nos perjudica? Yo creo que no, el sol sale para todos”.
Cabrera dijo que los angelinos habían respondido a la situación “de una manera hermosa”, con ofrecimientos de donaciones a los migrantes y un discurso de bienvenida por parte de los lugareños.
“Como inmigrante, siento el dolor de nuestra comunidad. Son hermanos y hermanas que vienen buscando un mejor futuro, que buscan un lugar que les dé la bienvenida”, dijo Cabrera. “Si en Texas no los quieren, entonces tenemos obviamente que actuar humanamente y tratar a estas personas con respeto y dignidad. Creo que Los Ángeles demostró que no es necesario tanto drama ni escándalo para poder ayudar a la personas que lo necesitan”.
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