Salvadoreños en EE.UU expresan indignación por el golpe a la democracia impulsado por Bukele
Los Ángeles — El nombre de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, resonó en Los Ángeles. El mandatario fue el centro de atención en los mensajes y pancartas de un grupo de inmigrantes que se apostaron sobre el bulevar Wilshire, en los alrededores del consulado salvadoreño.
“¡Nayib, fascista! ¡Vos sos el terrorista”, gritaban los manifestantes, en su mayoría jóvenes acompañados por activistas cuzcatlecos y de otras nacionalidades que se sumaron a la protesta.
“Va a caer, va a caer, el fascismo va a caer”, repetían los congregados que rondaban el medio centenar, quienes eran apoyados por las bocinas de vehículos que circulaban en la zona.
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El control de las tres ramas del Estado, que Bukele completó al destituir y nombrar a cinco magistrados constitucionalistas de la Corte Suprema de Justicia, es algo que enardeció a Karla Cativo, una joven de 39 años, que llegó a California con cuatro meses de edad cuando comenzaba la guerra.
Esa decisión, calificada de inconstitucional, fue la primera votación realizada el 1 de mayo anterior por la bancada de Nuevas Ideas, partido fundado por el presidente, junto a sus aliados.
“Siento un gran enojo, una frustración inmensa”, manifestó Cativo.
Lo que le preocupa, dijo, es que ese poder en una sola persona conduzca al país a los tiempos de gobiernos militares, cuando los opositores eran perseguidos y reprimidos, como ocurría en la década de 1970, la etapa de convulsión social previa al levantamiento armado.
“Muchos de mis familiares estaban en una lista negra para ser ejecutados”, confesó.
“Mi papá vino huyendo de la guerra”, agregó Cativo.
En ese momento, solo por ser estudiante de la Universidad de El Salvador (UES), sufrían persecusión, indicó la joven. Su padre dejó los estudios y se vino a Los Ángeles.
“Se me viene a la mente esa época, porque ahorita están silenciando a los jóvenes, no hay oportunidades”, señaló Cativo, refiriéndose a la inseguridad y la migración.
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Este grupo de salvadoreños se suma a otros que han salido a las calles en Washington D.C., a condenar lo que califican de golpe de Estado, en donde también fue removido el fiscal general de la República.
“Necesitamos que haya un cambio, tenemos que ponerle un alto antes de que se ponga más grave la situación”, manifestó Balmore Membreño, de 31 años, originario de Santa Tecla.
Membreño cuestiona las decisiones recientes de Bukele porque asegura es “más de lo mismo”; él es de la idea de que esa acumulación de poder pone a la población salvadoreña en medio de la violencia de los cárteles del narcotráfico.
“Este golpe de Estado obedece a intereses personales y económicos dentro de su conglomerado y allegados”, señaló.
En este momento, y por primera vez desde las dictaduras militares, los Órganos Ejecutivo, Legislativo y Judicial se encuentran bajo una misma persona/partido.
Lo que se vislumbra es que entidades como la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, Tribunal Supremo Electoral, Corte de Cuentas de la República y Procuraduría General de la República, caerán como piezas de dominó en la línea trazada por Bukele.
Pese a las decisiones antidemocráticas, los salvadoreños en Los Ángeles salen en defensa del presidente.
“Lo apruebo, estoy mirando que se acabaron el país [los gobiernos anteriores], uno se da cuenta de los ratas que eran”, manifestó Guillermo Fuentes, originario de Usulután, poco después de salir del consulado junto a su hijo de 16 años.
En el mismo tono se expresó Douglas Cruz, originario de San Pablo Tacachico, dando una opinión positiva sobre Bukele, pero molesto por la atención en el consulado.
“Lo que está haciendo el presidente es lo mejor que puede haber hecho, es que había mucho corrupto”, manifestó Cruz, residente en el sur de Los Ángeles.
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En un sondeo de la CID Gallup, divulgado en enero pasado, el 83% de la población salvadoreña encuestada daba opiniones positivas de Bukele, un nivel de popularidad alto que le sirvió para arrasar en las elecciones legislativas y municipales, tomando el 1 de mayo el control del Congreso.
Esa popularidad, la cual se mantiene invariable en el exterior, es producto del hartazgo y mal manejo de los gobiernos anteriores, plantea Miguel Tinker Salas, profesor de Estudios Latinoamericanos en el Pomona College.
El académico asegura que ese apoyo es una forma de castigar al izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y a la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA); sin embargo, Tinker Salas advierte que el autoritarismo al final pasará factura.
“No hay ninguna fiscalización, tiene luz verde para hacer lo que él desee y es la hipocresía de que se planteaba como una alternativa a lo que habían hecho anteriormente”, dijo el académico.
“Estamos regresando a un momento donde el autoritarismo de este individuo sobrepasa lo que hemos visto los últimos años”, agregó Tinker Salas.
“[El pueblo está] pensando que en tiempos de crisis la mano dura le va a dar una respuesta, cuando sabemos muy bien que lo que hará es reprimir cualquier protesta”, aseguró.
Las decisiones recientes de Bukele no han hecho fisuras en la imagen que tienen sus seguidores, pero en otras instancias le han arreciado las críticas.
Los organismos defensores de derechos humanos, Unión Europea, Estados Unidos, Organización de Estados Americanos y Naciones Unidas, han vertido una serie de condenas al considerar que Bukele está rompiendo con la independencia judicial y desmantelando la incipiente democracia.
“Una rama judicial independiente es crítica para una democracia saludable y una economía fuerte. En este frente, y en todos, debemos responder”, comentó Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos.
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Uno de los temores, entre los expertos, es que al haber ausencia de contralorías se va a disparar la corrupción.
De hecho, en la segunda sesión del Congreso, realizada el miércoles, se aprobó un decreto legislativo que otorga al Ministerio de Salud la facultad de saltarse los mecanismos establecidos en la Ley de Compras y Adquisiciones de la Administración Pública (LACAP).
A juicio de Ricardo Valencia, profesor de California State University, Fullerton, ese decreto que algunos han dado en llamar Ley Alabí sirve para “darle inmunidad a todos los gastos de la pandemia”, los cuales habían sido cuestionados por la poca transparencia.
“Estamos entrando en una dictadura unipersonal”, dijo el académico, agregando que ahora lo que pasa en el Poder Legislativo y Judicial no es necesario someterlo a debates ni negociaciones antes de conocerse por diputados y magistrados porque “son decisiones de la Presidencia”.
Esas decisiones, al final, están dirigidas a favorecer los intereses económicos y fomentan la corrupción.
“Por eso los movimientos de lo que aprobaron [el 1 de mayo], la dispensa de trámites, rápidamente para poner una Sala de lo Constitucional que esté al servicio de él y un fiscal que sirva a él para que no investigue”, subrayó Valencia.
En cada una de sus acciones, Bukele trata de quitar los estorbos que él encuentra en su camino. Sin embargo, en los últimos días han aumentado los críticos desde el exterior, haciendo presión en el tema del debilitamiento al sistema democrático.
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A pesar de que muchas voces piden la intervención de Estados Unidos para que no se le otorgue financiamiento a Bukele, hay otros como Tinker Salas que plantean que el único contrapeso para el mandatario cuzcatleco debe salir de la sociedad civil salvadoreña.
“No es Estados Unidos, ya hemos visto cuál es el legado de EE.UU en El Salvador en crear esta crisis también”, dijo el académico en relación a la intervención militar en la década de 1980.
“El único contrapeso es el ejemplo de una sociedad civil que se organiza, que busca otras alternativas, que no acepta entre la pared y la espada la propuesta autoritaria, que más bien se plantea otras posibilidades, esa es la única alternativa”, concluyó Tinker Salas.
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