Mexicana vivía en un vehículo viejo que fue vandalizado, ahora busca levantarse de las cenizas
Los Ángeles — El añejo y polvoriento vehículo blanco permancía estacionado bajo un árbol. Si para algunos ese automotor marca GMC de 1994 era algo de poco valor, para Consuelo “Conny” Gómez tenía un significado desmesurado. Para ella pasó de ser un medio de transporte y se transformó en su vivienda y patrimonio.
“Yo tenía mi carrito y dormía [tranquila], y estaba segura”, afirmó con una expresión de nostalgia.
Después de perder su casa, cuenta que esa van se mutó en un hogar rodante. Gómez estuvo viviendo ahí los últimos tres años, desde donde organizaba sus proyectos para llevar asistencia a la comunidad, por medio de Abuelitos de Boyle Heights, entidad no lucrativa que ella fundó en sus tiempos mozos.
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Después de varios días, Conny regresó al estacionamiento en donde se encuentra esa desvencijada van. Le cuesta trabajo creer que después de 30 años de servicio comunitario, alguien le haya destrozado su hogar. El vehículo fue vandalizado y ahora ella quedó completamente a la intemperie.
“Estar aquí revivo una historia, me causa mucho dolor”, confesó la activista originaria de México, al mostrarnos los vidrios rotos y los asientos calcinados. Al asomarse al interior del vehículo, todavía se siente el olor a humo y se observan pertenencias como ropa, zapatos y muñecos de peluche tirados.
A pesar de las pérdidas, Conny todavía guarda fotografías y documentos del trabajo comunitario. Al reencontrarse con su van destartalada, aprovechó para evocar las adversidades que ha enfrentado. Al mismo tiempo, agradece a una mujer que llegó a sacarla de ese vehículo días antes del ataque brutal.
“Yo salgo y queman la van”, indicó sobre lo que para ella fue un salida sobrenatural.
Pareciera que la vida de Gómez ha ido contracorriente, pero sacar fuerza de flaqueza ha derivado en una impetuosa vocación altruista.
A los 70 años, muchos están jubilados; sin embargo, Conny sigue activa con la organización que comenzó en 1989, cuando estaba por llegar a los 40. Esa entidad, que oficializó ante el gobierno estatal en 1999, desde el principio se enfocó en asistir gratis en el llenado del formulario de la ciudadanía.
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Abuelitos de Boyle Heights, como se llama la organización, realiza cinco eventos en el año, entre ellos menciona que de forma fija celebra en mayo la coronación de ancianos y en julio conmemoran el Día del Abuelo, pero por las condiciones actuales todas las actividades han sido suspendidas.
“La pandemia me obligó a parar”, aseguró la activista, cuya diminuta estatura es de 1.52 centímetros pero su espíritu combativo es descomunal.
Se estableció en Los Ángeles en 1985, poco después del potente terremoto que sacudió a México. Antes de emigrar, estudió tres años de Derecho Internacional en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aquí se involucró con oficinas, iglesias y organizaciones comunitarias. Encontró trabajo llenando solicitudes para la naturalización estadounidense y eso mismo es lo que desarrolló con Abuelitos de Boyle Heights, la cual creó después de su divorcio, cuando se movió a ese vecindario a vivir con su mamá.
“En cinco años hice solita 1.500 ciudadanos”, reveló, algo que sorprendió a propios y extraños porque casi no dormía por llenar los formularios N-400. Con el paso del tiempo, dice que ha perdido la cuenta de las solicitudes que ha completado, pero según lo que recuerda, a la fecha son alrededor de 10 mil.
“Tengo más, pero ya paré de contar”, indicó.
“El fuerte mío era hacer la aplicación N-400, pero sobre todo explicarles las preguntas y respuestas del examen de la ciudadanía”, aseguró.
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Antes de que muriera su madre, en 1999, asegura que vivió un tiempo en esta van que ahora parece inoperante. Luego se pudo ubicar en una vivienda, pero en el 2017 regresó al vehículo que le sirvió de sala y dormitorio rodante, el cual ahora permanece inerte con poca esperanza de reparación.
“No tuve más que hacer, que lanzarme y meterme al van”, dijo sobre lo que ocurrió después de ser desalojada de la vivienda que rentaba, y ante la falta de plata suficiente, no pudo asumir el alquiler de otro lugar.
Después de tres años en su casa sobre ruedas, a finales de mayo una amiga le sugirió que saliera de la van, porque observó que corría peligro estando sola en el vehículo. Ese consejo lo sintió como una premonición, así que aceptó irse con sus dos perritos y un puñado de pertenencias.
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Sin embargo, siempre visitaba el área y le daba una mirada a la van, la que permanecía en el estacionamiento del edificio de la alcaldía de Los Ángeles, en Boyle Heights, con permiso del concejal de turno.
Cerca de seis semanas después, cuando llegó a ver su vehículo, el pasado 13 de julio, lo encontró vandalizado.
¿Qué era para usted esta van? Se le preguntó.
“Mi patrimonio, lo único que yo tenía para soportar mi vida después de que me quedé sin casa”, respondió con mucho pesar.
Conny hizo el reporte a la policía, en el que se consigna que las pérdidas y las averías ascienden a unos $3.000; sin embargo, ella asegura que no cuenta con fondos para reparar los daños, que se suman al aire acondicionado que ya estaba descompuesto, según indicó.
Ella afirma, además, que no tiene a dónde llevar el vehículo y tampoco lo quiere tirar, porque asegura que el motor se encuentra en buenas condiciones.
Hace pocos días, en la comunidad crearon una cuenta en GoFundMe para ayudar a Conny, cuyos fondos darán un alivio a esta líder comunitaria en medio de la desventura que está atravesando.
“Yo doné porque Connie no merece estar en esta situación”, escribió Araceli Sandoval-González en esa página de internet.
En cambio, Haydeé Urita-López comentó: “Sra. Conie estamos con usted. ¡Gracias por toda su labor con Abuelitos de Boyle Heights!”.
Y es que el trabajo de Conny ha servido para movilizar votantes en este vecindario, en donde reforzó la campaña para naturalizar a inmigrantes, cuando arreció la batalla en contra de la proposición 187, que se originó en 1994.
Al mismo tiempo, esta activista se ha convertido en una acompañante de los adultos mayores, pues también les ayuda a leer los documentos relacionados con asuntos médicos o de pensiones, entre otro servicios que les ofrece.
“Ella quiso marcar la diferencia a los ancianos que estaban abandonados, ella les ha llevado mucha ayuda”, valoró Silviha Villegas, integrante de la junta directiva de Abuelitos de Boyle Heights, al invitar a miembros de la comunidad que deseen solidarizarse con el infortunio de esta activista.
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En similar tono se expresa Enedino Aguirre, co-fundador y expresidente del Comité Mexicano Cívico Patriótico (CMCP), al indicar que por medio del Desfile Mexicano conoció la labor altruista de Gómez.
“Si tienen la oportunidad de ayudar es muy justo y loable, ella ha estado ayudando en eventos de su México y sus ancianos, es justo que se le eche la mano”, dijo Aguirre.
En medio de su percance, Gómez se pregunta los motivos de quienes la han dejado en la calle. Lo que ella supo es que el ataque ocurrió en la madrugada, porque un vecino le dijo que había visto salir del estacionamiento a un camión de bomberos, antes del amanecer del día que ella encontró todo ruinoso.
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Como siempre se ha enfocado en el prójimo, siente vergüenza pedir ayuda para ella misma. No obstante, lo que más anhela es reparar la van, mientras encuentra una vivienda decente para irse a vivir; sin embargo, aunque enfrenta una situación aciaga, ella sigue pensando en el servicio comunitario.
“Todavía tengo a varios en espera, para que vayan a la ceremonia de ciudadanía”, aseguró.
El vehículo, entretanto, tiene en su interior áreas carbonizadas y ceniza por diferentes partes. Al ver la escena, Conny piensa que si ella hubiese estado en la van esa noche que ocurrió el vandalismo, no hubiese contado el cuento. En medio de esta desdicha, reconoce que lo mejor de todo es que está con vida.
“Si no es por esta mujer, que me lleva a su casa, yo estuviera muerta”, concluyó Gómez, a quien se puede ayudar haciendo clic en el enlace siguiente que conduce a la cuenta en GoFundMe.
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