A los 49 años, murió Julio Gosdinski, el adorado ‘señor del carrusel’ de Griffith Park
Julio Gosdinski, fallecido a los 49 años, había trabajado en el carrusel desde que era adolescente. Le gustaba tanto que el dueño lo hizo copropietario.
Durante décadas, los niños han llegado de todas partes para montar en el carrusel de Griffith Park.
Lo que les hacía volver a menudo era el hombre amable y de gran sonrisa que operaba la atracción de casi 100 años de antigüedad.
Julio Gosdinski, un nativo de Perú que comenzó a trabajar allí cuando era un adolescente y se volvió tan devoto que el dueño eventualmente lo nombró copropietario, murió el viernes pasado, a los 49 años.
“Tenía magia; una personalidad magnética que atraía a la gente”, afirmó Kei Nguyen, quien lo conocía desde hace años, cuando Gosdinski era asistente escolar en una primaria de Atwater Village.
En los alrededores de Atwater, Gosdinski era un rostro familiar. La gente lo recordaba de la preparatoria, de los eventos festivos y de las noches de películas en el verano, donde a menudo se ofrecía como voluntario. Algunos lo habían conocido cuando eran adolescentes mientras trabajaban para él en el carrusel pintado a mano.
Emerald Guzmán, de 23 años, de Elysian Valley empezó a trabajar para él después de la preparatoria. Gosdinski solía comenzar el turno en las mañanas soleadas abrazando a su equipo cerca de los caballitos. Les compraba a sus trabajadores burritos o pasteles para el desayuno o les traía comidas caseras preparadas por su mamá. Les enseñaba a divertirse con sus pequeños clientes jugando al escondite y repartiendo palomitas de maíz y salchichas gratis. “Siempre parecía que pensaba antes en nosotros que en sí mismo”, afirmó Guzmán, quien ahora es asistente escolar, un trabajo que Gosdinski la ayudó a encontrar.
Al hombre de ojos azules, que según algunos parecía tener la mitad de su edad, le encantaba subir y bajar del carrusel a mitad de la vuelta para impresionar a los niños. Y si los padres o alguien preguntaba sobre la historia o la mecánica de la atracción, su rostro se iluminaba. Los guiaba en un extenso recorrido, contándoles sobre el antiguo órgano Stinson 165 Military Band o cómo algunos de sus 66 caballos, “todos saltadores”, se remontan a 1895.
Precisamente, había bautizado a algunos a lo largo de los años: un gran caballo con riendas doradas era conocido como Esme, y uno enérgico, que nadie podía montar porque se descomponía instantáneamente, era El Diablo.
En 2017, Gosdinski contó la historia de su vida a KQED. Su recorrido y estrecho vínculo con el difunto propietario del carrusel, Warren Deasy, también se convirtió en parte de una película llamada “Julio’s Dream” (El sueño de Julio).
“Ese carrusel era su vida”, expuso Anneliesse Gosdinski-Espinoza, la hermana menor de Julio.
Deasy era como un padre para él. Mientras que otros adolescentes se quedaban durante un verano o unos años, Gosdinski trabajó lealmente allí durante casi tres décadas. Con Deasy tenían un ritual: se reunían cada semana para desayunar. Cuando Deasy murió, en 2011, le dejó a Gosdinski un particular regalo: lo nombró copropietario del carrusel (su viuda, Rosemary West, es dueña de la otra mitad).
“Mi hermano estaba devastado con la muerte de Warren”, reconoció Gosdinski-Espinoza. “También fue una sorpresa total para él que le dejara un regalo tan encantador”.
El sábado, la familia habló con emoción sobre su pérdida; sus voces temblaban en cada oración. Dijeron que en casa, Gosdinski era cariñoso y alegre. Cuidaba a su madre y estaba apegado a su perro, una mezcla de schnauzer que a veces lo acompañaba al carrusel. Cuando los clientes preguntaban por el nombre del can, Gosdinski les decía: “Princesa Angelina Contessa Louisa Francesca Banana Fanna Bo Besca la Tercera”. Alias ‘Dot’.
Gosdinski-Espinoza comentó que su hermano no se había sentido bien durante varios días. La familia espera actualmente noticias del forense sobre la causa del deceso.
En Atwater, muchos estaban pensando en formas de honrar al hombre del carrusel. Un vecino creó un fondo para ayudar a su familia.
Gerry Hans, presidente de Friends of Griffith Park, dijo que el grupo había obtenido recientemente fondos para volver a afinar el órgano del carrusel y arreglar algunas de las luces.
“Dedicaremos esas reparaciones a Julio”, remarcó Hans.
A Guzmán, la joven de Elysian Valley que trabajó en la atracción durante cuatro años, le costaba, como a muchos otros, aceptar que Gosdinski ya no estaba. Debido a la pandemia, el carrusel está cerrado, pero ella planeaba caminar hasta el parque el domingo y buscar un lugar para sentarse junto a los caballitos. “Quiero recordarlo y agradecerle”, comentó Guzmán.
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